Las tres Lupes

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    Guadalupe Morfín Otero, en el marco de la entrega de reconocimientos a mujeres destacadas por su lucha en contra de la violencia de género, y en las barbas del procurador de Justicia de Jalisco, Tomás Coronado Olmos, invitó al gobernador Emilio González Márquez a que deje de ser juez y parte en el caso de la red de pederastia en la que, presuntamente, participan funcionarios de su gabinete, entre ellos el procurador, y que fue denunciada meses antes por una valiente mujer y su hija adolescente.
    Ante los ojos sorprendidos de las mujeres que llenaron el patio del Congreso del Estado, y los aplausos de sólo una parte de la audiencia, Morfín Otero seguía: “Invito al ejecutivo estatal a nombrar a un fiscal especial que profundice la investigación y resuelva, para recuperar la credibilidad de la sociedad en sus gobernantes, o que pida la atracción del caso a la Procuraduría General de la República, a través del área específicamente creada para ello”. Y ninguna de las dos cosas ha sucedido, a pesar de que el gobernador dijo que removería de su cargo a Coronado Olmos cuando hubiese una denuncia formal, y ya la hay. Así que, con los pantalones bien puestos, la mujer que sensibilizó su espíritu al convivir por más de tres años con el dolor de las familias de mujeres asesinadas en Juárez, arrancó los aplausos de las feministas que acudieron al lugar, algunas, dicho sea de paso, bajo protesta, como el caso de la activista GUADALUPE López, quien por congruencia declinó recibir tal reconocimiento por parte de los diputados, que supone, están en deuda con las mujeres. La gran deuda, según Lupita Morfín, es la falta de leyes que garanticen igualdad. Y su antecesora en el uso de la voz, GUADALUPE Ramos Ponce, también galardonada, hizo un listado de todas estas deudas… “Nos deben leyes que nos protejan contra la discriminación, y que nos permitan tomar decisiones sobre nuestro cuerpo, y el ejercicio pleno de nuestros derechos sexuales y reproductivos, así como una plena armonización de leyes que permitan, por ejemplo, la tipificación del delito de feminicidio como una forma extrema de violencia de género”.
    A todas luces la violencia de género se sitúa en el caso antes citado, pero se mezcla con una dosis de impunidad, de abuso de poder, de corrupción y de ignorancia jurídica.

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