Las rimas de la calle

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Gerardo Calderón fue pandillero desde la adolescencia. Varios descalabros y fracturas en la nariz fueron el saldo de defender el territorio de su “clica”, los “Topos 13”, de las otras que viven fuera de Lomas de la Primavera, o incluso de las que están en el mismo barrio. Para vivir ahí es necesario aprender que el más fuerte es el que sobrevive, el que se sabe defender, piedra o arma en mano.

Lomas de la Primavera ocupa el lugar 16 entre las colonias más peligrosas y con más índices delictivos del municipio de Zapopan, según datos del ayuntamiento. El barrio fue fundado por migrantes indígenas michoacanos hace 25 años en las faldas de un cerro. La pobreza y la marginación se comen los pocos espacios para hacer deportes o divertirse, por lo que los jóvenes se reúnen en las esquinas a tomar “caguamas”, a “cotorrear” y a escuchar rap o hip-hop.

Para Gerardo y un par de amigos, desde hace cinco años el rap ha sido su forma de expresarse. Por eso fundaron un grupo llamado Imperio Flow. A la fecha han escrito unas 100 canciones, que van anotando en un cuaderno.

La vida en la pandilla, los problemas en la familia, las historias que les van contando los “compas” y las ganas de salir adelante, las van hilando hasta convertirlas en rimas con un sonido pegajoso.

“Yo me inspiro en decir la realidad de las calles y lo que pasa. Son sentimientos que escribes en tu libreta y que después los cantas para que la gente te escuche”, dice el joven de 22 años, más conocido como “Chico Excelencia”.

José Francisco, “Chico nocturno”, otro de los miembros del grupo, agrega: “Éramos un desmadre y ahorita pos ya a lo que nos dedicamos es a nuestra música, y ya si nos buscan pleito, pues nos vamos a defender, pero tratamos de no buscarlo. Es mejor buscar amistad y convivir con la gente”.

Cuentan que una vecina se les acercó para pedirles que contaran en una canción cómo fue violada por su padrastro. La historia se convirtió en “¿Quién va a decirte?”, la melodía que, a su juicio, “es la más bonita” que han hecho. Entonces no sabían que también los llevaría a ganar un concurso de rap, a grabar un cd y un video profesional, y a tener su primer concierto.

Así soy yo
Según el Consejo ciudadano de seguridad pública, prevención y readaptación de Jalisco, en 2008 había 38 grupos pandilleros en Zapopan, y tres años después registraron 198, es decir, que hubo un incremento de 557 por ciento. El municipio se colocó en 2011 como el segundo con mayor número de pandillas en la zona metropolitana, antecedido por Tlaquepaque, con 264. Guadalajara y Tonalá tenían 144 y 62, respectivamente.

Según el ayuntamiento zapopano, en 2012 las colonias con mayores problemas de violencia por pandillerismo eran: Arroyo Hondo, Mesa de los Ocotes, San Juan de Ocotán, Tesistán, La Experiencia, La Tuzanía, Tabachines y Lomas de la Primavera.

Todas tienen características en común: son colonias que surgieron a partir de la venta ilegal de predios en la periferia de la ciudad, sin la infraestructura urbana necesaria para la comunidad en general y menos para los jóvenes. No hay canchas, no hay parques ni instalaciones deportivas, o éstas son limitadas, afirma el investigador de la Universidad de Guadalajara y el Colegio de Jalisco, Rogelio Marcial.

“Hay problemáticas urbanas concretas: a veces falta de agua potable, falta de los servicios elementales y la misma gente se organiza para solucionarlos. En ese ámbito están los chavos que, casi siempre por la presión familiar de ir a trabajar, abandonan la escuela; muchos de ellos aunque buscan trabajo, no lo encuentran, y entonces hay un caldo de cultivo”, dice el académico, quien encabezó el estudio “Porque así soy yo”, en cuatro colonias de Zapopan.

A diferencia de los chavos que viven en lugares de la ciudad más céntricos o cuentan con mayor nivel socioeconómico, los jóvenes de estas zonas no tienen opciones de diversión. Carecen de dinero para ir a una plaza o reunirse en un bar con los amigos para conversar y pasar el rato. Las calles y la convivencia con las personas del barrio se vuelven la única opción. Pertenecer a una pandilla no sólo les permite identificarse y sentirse aceptado, sino sentirse seguros y respaldados si alguien los ataca.

Esto los lleva al consumo de alcohol, tonsol, marihuana, cocaína. Muchos de ellos se convierten en micro distribuidores o ladrones con arma en mano. La violencia cada vez toma nuevas formas, dice Marcial, especialista en temas relacionados con la juventud.

“Es un asunto estructural desde hace unos ocho años, que ha impulsado una desvinculación del gobierno con la problemática sufrida en el barrio, además de una política de guerra con el crimen organizado, que acrecentó los niveles de violencia social. (……) Las problemáticas son las mismas que antes, pero la violencia entre ellos es distinta: antes aparentaban ser violentos o lo hacían con piedras o golpes; ahora esa violencia es real, cotidiana y la demuestran con cada vez más armas de fuego”, afirma.

A partir de este diagnóstico, un equipo de investigadores, encabezados por Marcial y coordinados por el especialista Miguel Vizcarra, puso en marcha estrategias para que los jóvenes tengan alternativas productivas a partir de su entorno y sus gustos. Tras un año de trabajo documental y estadístico, financiados por el Subsidio Federal para la Seguridad de los Municipios, ofrecieron a los jóvenes talleres de graffiti, de creación artística, producción musical y de crianza de perros pitbull.

Como parte de esta estrategia organizaron un concurso de rap y hip hop en Mesa de los Ocotes, San Juan de Ocotán, Santa Ana Tepetitlán y Lomas de la Primavera. Los grupos ganadores grabaron un disco y un video profesional. Además, participaron en un concierto comunitario en Calle 2. La venta de sus mil discos sirvió para recaudar fondos e iniciar otros proyectos, pero sobre todo les ayudó a mostrar una nueva cara, a aprovechar una oportunidad para dejar la vida que, hasta entonces, les había tocado vivir.

Hacer algo bien
Yovani Rodríguez se emociona cuando habla de rap. Toca su cabello rapado y sonríe cuando cuenta que esa música le mueve el corazón “bien machín”, desde que escuchó rapear a uno de su pandilla (“Cannabis 52”), en Santa Ana Tepetitlán.

Junto a José Óscar Vázquez “Rikter”, fue el ganador del concurso de rap que organizó el equipo de investigación de Rogelio Marcial. Antes, algunos chavos del barrio les buscaban pleito. Ahora los saludan por la calle y cantan las canciones que componen.

“La gente te saluda o escuchas que en alguna casa tienen el disco. Te hace sentir que le importas a la gente”, dice Yovani “Yoba”, quien afirma que lo mejor es ver que su mamá se enorgullece de él. “Cuando me lo dijo, yo pensé: `hasta que hice algo bien´”.

Rikter está en pláticas para grabar su segundo disco, pero sabe que su experiencia le puede pasar a cualquiera: “Aquí hay muchos a los que les gusta grabar. Nos tocó a nosotros esta vez, pero es para que vean que todo se puede. Después les tocará a ellos”.

Al igual que este dueto, grabar un disco confirmó la pasión por el rap de los integrantes de Imperio Flow. Antes hacían sus canciones en casa. Ahora rentan un local donde montaron un modesto estudio de grabación, hasta el que acuden bandas de otras colonias cercanas a hacer sus canciones.

“Para nosotros las peleas quedaron atrás. Lo quisimos cambiar por el rap. Así nos expresamos y nos sentimos a gusto en la música. Estamos mirando alto y queremos llegar lejos”, dice ‘Chico Excelencia’.

Uno de los objetivos de la investigación es recuperar esta experiencia para que pueda ser aplicada en otras colonias de la zona metropolitana. De hecho, el municipio de Guadalajara se acercó a los académicos para conocer el proyecto y tratar de replicarlo y generar opciones para los jóvenes.

“Es importante que vean que existen otras opciones. Las pandillas no van a dejar de existir, pero creemos que se pueden cambiar cierto tipo de prácticas, que se debe aprovechar la cohesión y la identidad que existe entre los jóvenes, para que ellos mismos sean quienes participen de actividades que puedan disminuir riesgos”, dice Miguel Vizcarra, coordinador del proyecto y especialista en temas de juventud.

Rogelio Marcial remata: “Es una especie de irradiación. Estos chavos crean la expectativa en otros chavos y eso es lo principal para empezar a abrir otras puertas distintas a la del crimen organizado”.

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