La xenofobia y la obra de Goeritz y Coffeen

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El historiador Javier Ramírez en su conferencia “Jalisco y arte, modernidad y contemporaneidad”, habló del enfrentamiento entre concepciones ideológicas y estéticas que se dio en Guadalajara durante el siglo pasado, particularmente por las visiones de Mathias Goeritz y Thomas Coffeen, quienes sufrieron rechazo de representantes de la comunidad cultural local,  tales como Gabriel Flores y Guillermo Chávez Vega, quienes se oponían a lo que ellos llamaban “cultura extranjerizante”.

“Había rasgos xenófobos, decían algunos: cómo vienen los extranjeros a decirnos la manera en que debemos hacer las cosas. Hasta llegaron a calificar de agentes de la CIA a estos extranjeros. Se oponían al abstraccionismo. Porque decían que la cultura mexicana no precisaba de la abstracción, puesto que toda la tradición era figurativa, sobre todo en murales. Y hoy está repleta la ciudad de murales de Goeritz. Estos artistas extranjeros eran muy de izquierda pero, paradójicamente, estaban cobijados por el partido oficial. Ellos les daban encargos de pintar murales, y por ello muchos edificios públicos tienen murales de ellos aunque su temática era social”, apuntó en entrevista.

En sus investigaciones, Javier Ramírez ha encontrado respecto a esos rechazos algunas teorías de competencias artísticas, pues los extranjeros tenían una preparación distinta a los locales y eso fue lo que provocó los choques.

Ramírez considera que ha terminado esa xenofobia en la comunidad cultural de Guadalajara, pero que aquella campaña en su contra por parte de artistas locales provocó que la obra de Goeritz tardara en ser reconocida.

“Apenas se le está reconociendo, sobre todo lo que dejó aquí en Guadalajara, porque fue el primer profesor extranjero que llegó a la escuela de arquitectura y ahí creó la materia de educación visual, que no existía y ya cuando la cancha le quedó chica se fue al Distrito Federal”, relata.

En contraparte, a Coffeen sí se le consideró como un artista local en antologías de creadores jaliscienses, a diferencia de Goeritz, que no aparecía. Éste continuó contra viento y marea en la escuela de artes plásticas de la Universidad de Guadalajara y a sus alumnos les dio una perspectiva distinta, reflexionando que el arte no se trata de la pura representación figurativa.

“Goeritz fue una influencia muy importante. Incluso en cuestiones editoriales. Él empezó a utilizar tipografías que luego retomaron otros diseñadores. También innovó en el performance y en la arquitectura”, puntualiza.

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