La voz de la Sierra Norte

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“Regresé al Norte porque ahí viven mis personajes”, afirmó Sergio Galindo al recibir —en el legendario Teatro La Paz de San Luis Potosí—, la Medalla Xavier Villaurrutia como reconocimiento a su trayectoria escénica. Durante el acto inaugural de la edición número 37 de la Muestra Nacional de Teatro, Juan Meliá, titular de la Coordinación Nacional de Teatro, entregó la presea al hombre que ha dedicado su vida a la dramaturgia y la dirección escénica. Nacido en Hermosillo, Galindo viajó a la Ciudad de México para estudiar Filosofía y Letras. Luego de tres años reconoció que su camino era el teatro.

Fue Daniel Serrano, dramaturgo también sonorense, el encargado de hablar de Galindo. La emoción quebró la voz de quien conoce perfectamente la obra del homenajeado. Serrano habló de los años de Galindo en la capital del país, donde encontró su vocación, de sus vínculos artísticos y complicidades con otras figuras fundamentales del teatro del Norte como Óscar Liera, de la maestría con la que ha conseguido universalizar los temas y personajes del noroeste mexicano.

El teatro de Galindo siempre ha evocado el paisaje visual y sonoro que posee la Sierra Norte mexicana. El centralismo que ha dominado las políticas públicas tocó el teatro de forma perversa y obligó durante gran parte del siglo XX a “neutralizar” los acentos, las hablas, las formas de actuar, es decir, eliminar las particularidades de cada cultura en aras de estandarizar lo nacional a partir del modelo capitalino. Esta visión convirtió a lo regional en un concepto peyorativo, lo devaluó frente a la consideración reduccionista de que lo mexicano en el teatro era sólo aquello que venía del centro. Galindo se mantuvo fiel a su universo norteño, en el que las hablas regionales trascienden su musicalidad para iluminar un complejo panorama, formado no sólo por la geografía serrana, sino por todo un universo de tópicos que han definido la vida de muchos mexicanos.

Desde los años setenta en que Galindo iniciara su recorrido por la escena y hasta ahora, el Noroeste mexicano ha sufrido severos cambios a partir de la economía y del crimen, del ejercicio de políticas que han permitido el despojo, el desplazamiento de comunidades en aras de lo que los poderosos llaman progreso y que se convierte en miseria sostenida. Galindo, durante el acto, habló de su teatro pero también de la impunidad de la que goza, por ejemplo, el Grupo México luego de haber vertido contaminantes en el Río Sonora. Ante la devastación “sólo el lenguaje parece resistir”, dijo.

En sus personajes, el tono y la sintaxis de nuestras hablas se visten de obstinación y entereza para reivindicar su dignidad. Los montajes de La Compañía Teatral del Norte que Galindo que fundara hace más de veinte años y de la cual sigue al frente, continúan contando historias no sólo a los sonorenses. Ahora obras como El mentidero de chico talegas, No ser sino parecer o Alonso del Sahuaral entonan sus marcados acentos en la capital mexicana y en muchas otras ciudades de la república, demostrando que la aldea de Galindo, ese mundito serrano, posee universalidad legítima.

Junto a Galindo, el crítico y estudioso de la escena de origen argentino Bruno Bert recibió también la presea Villaurrutia por el impulso que ha dado al teatro mexicano. Bert, cofundador y director artístico del Festival Internacional de Teatro de Calle de Zacatecas, ha sido también un celoso seguidor de las transformaciones del quehacer teatral en nuestro país, además de ocuparse de la educación de la mirada a través de La Escuela del Espectador.

La Muestra Nacional de Teatro continúa en San Luis Potosí con la presentación de montajes y la celebración del Congreso Nacional de Teatro hasta el día 12 de noviembre.

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