La vía de la participación ciudadana

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Ante una clase política indolente e ineficaz, la participación ciudadana es la única fórmula para garantizar respuesta a los profundos problemas que aquejan a Jalisco desde hace 30 años. Administraciones pasan, distintos partidos políticos llegan, pero los problemas continúan más agudos. De modo que efectivos mecanismos de vigilancia ciudadana y, sobre todo, incidencia en la toma de decisiones, parecen la única forma de enderezar el camino, coincidieron especialistas de la Red de Políticas Públicas, de la Universidad de Guadalajara.

Durante la mesa “Problemas públicos y capacidades de respuesta”, especialistas analizaron, desde una metodología multidisciplinaria, que la profunda incapacidad de la clase gobernante y una sociedad apática pavimentaron el camino para un panorama en descomposición, sobre todo en temas como la inseguridad y la falta de oportunidades.

El director del Instituto de Investigación en Políticas Públicas y Gobierno, Luis F. Aguilar Villanueva, indicó que la sociedad está sacudida por problemas, conflictos y abusos, es decir, es un atributo de la vida social. A esto se suma la complejidad de gobernar una sociedad plural, lo que hace más difícil coordinar voluntades. Sin embargo, al hablar de problemas se entiende que constituyen situaciones susceptibles de solución. Lo que no tiene solución, entonces no es problema.

“Por eso el peor problema que puede pasarle a Jalisco es que no tengamos capacidad de respuesta. Eso sería el problema profundo y crítico”.

Agregó que esto se agrava cuando el gobierno también se vuelve problema o con frecuencia la causa de los problemas. “Nosotros los ciudadanos somos parte de la solución. Si no nos involucramos, los problemas seguirán ahí”.

Juan José Palacios Lara, investigador del CUCSH, dijo que la participación ciudadana es deseable, estimulante y una necesidad en la medida en que el gobierno no cumple con sus tareas. Destacó que se requiere una verdadera política en el estado que determine líneas de acción, principios y una visión de desarrollo, además de un compromiso ético de servicio público y voluntad política para enfrentar los problemas.

La falta de libertad: embrión de desigualdad
¿Tenemos libertad de elegir dónde vivir, cómo trasladarnos, en dónde trabajar o qué comer? Si no es así, entonces no hay bienestar, pues vivimos donde podemos o comemos hasta donde nos alcanza.

Con esa sencilla premisa, el investigador Arturo Curiel Ballesteros ejemplificó que la disminución de un simple derecho inherente a la existencia, que es escoger la forma de vivir, está ligado a la desigualdad e la injusticia.

Curiel señaló que como orígenes de todos los problemas se pueden identificar tres causas: la distribución no equitativa de la riqueza pública, la disminución en la libertad de elegir y la no regulación y aprovechamiento de los capitales para el desarrollo humano.

“Las capacidades de respuesta tienen que ser una alianza entre instituciones educativas, Estado y sociedad. En esto es muy importante la participación de las universidades”.

La clase media, el motor
Laura Ibarra García, investigadora del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, explicó que a los problemas de Jalisco se suma la frustración y el enojo de la sociedad.

Ibarra García encontró su causa en el desencanto de la alternancia. Adujo que el problema clave ha sido que pasan y pasan los años y no cambia la incapacidad del gobierno y, en coincidencia con los demás ponentes, afirmó que a eso se añade una sociedad apática, que no exige.

“En cualquier puesto, así sea el más miserable, les preguntarán la experiencia. Pero en Jalisco para los secretarios de estado nunca preguntamos qué saben hacer o qué pueden hacer. A mí me sorprende la arrogancia de los hombres del poder”.

Desglosó que una sociedad apática y desinteresada, que muestra complacencia o resignación, es el segundo problema.

Consideró que de la clase baja o de la alta no surgirá el motor de un cambio, porque los pobres están más preocupados en obtener qué comer o cómo salir de sus penurias económicas y en la clase alta, conservadora y religiosa, suelen arreglarse con el poder y rehúyen la movilidad social.

“Es en la clase media donde se gesta el cambio. Hay un sector de clase media participativo, exigente y dispuesto a entrarle a los problemas de Jalisco. Es ahí donde se está gestando un motor que promete cambios”.

Sobre las alternativas de solución a los problemas que se plantearon durante el coloquio, serán presentadas en un libro que se publicará en el mes de septiembre del presente año, y se hará llegar al gobierno del Estado, presidencias municipales y diputados.

En el II Coloquio de Invierno de la red de Políticas Públicas “Jalisco: problemas y capacidades de respuesta” se presentaron 55 investigadores y asistieron aproximadamente mil personas.

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