En 2012 el tema predominante entre los distinguidos con premios Nobel, fue la química. Después de la ceremonia oficial dieron charlas de 30 minutos, y varios de ellos eligieron hablar acerca de la comunicación social de la ciencia. Aquí una síntesis.
El principal tema fue que las decisiones políticas que se toman están fundamentadas en la mentalidad de la mayoría de la población, y esa mayoría no son los científicos, sino la gente común. Por ello es importante llevar el conocimiento de las leyes de la naturaleza al público, consideró la mayoría de los entrevistados.
“A la ciencia dura resulta difícil volverla interesante para la gente que no es del campo científico”, comentó Harold Kroto, investigador inglés que obtuvo en 1996 el Premio Nobel de Química, y citó un ejemplo: “Es como recitar el poema japonés más hermoso a gente que no entiende el japonés”. Extendió su comentario en la charla afirmando: “Es decir, la mayoría de la gente no entiende el lenguaje de la ciencia, que no es una explicación de sus aplicaciones, como muchos periodistas quieren hacerla ver, porque no se puede traducir la ciencia a menos que aprendas el lenguaje de la matemática y el álgebra. Sin embargo, siempre preguntan qué aplicaciones tiene la investigación y a veces la respuesta es que no tiene aplicaciones. Simplemente nos permitió comprender cosas que antes no entendíamos”.
Brian Kobilka, investigador estadounidense que obtuvo el Nobel de Química 2012, como científico interesado en la comunicación, encuentra una mediación al afirmar que: “Lo que se puede hacer es dar ejemplos del posible impacto que la investigación básica tendría en la vida cotidiana de las personas”.
Y ¿cuál es la investigación básica?, se preguntarán. Respuesta: es aquella que desde la perspectiva de una persona no científica carece de alguna utilidad, pero que para el avance de la ciencia resulta primordial, ya que permite conocer mejor el mundo que nos rodea y posibilita a los científicos lograr avances adicionales a investigaciones más específicas e incluso a investigaciones que generarán aplicaciones prácticas, concluyó Kobilka.
Un ejemplo es el rayo láser, abundó Kroto: “Los científicos que lo desarrollaron no estaban buscando una solución para las cataratas en los ojos, sino que estudiaban la física de los elementos, y décadas después se descubrió que era útil para tratar problemas oculares.
Entonces la investigación básica, aunque de momento no tenga aplicaciones útiles, tiene importancia, porque sirve para conocer mejor nuestro universo, un conocimiento que nos conduce por caminos al final de los cuales existen esas aplicaciones prácticas por las que siempre preguntan quienes no saben que la ciencia es más que tecnología”.
“Hablar del periodismo no es simple”, aseguró Ada Yonath, Nobel de Química 2009 por su trabajo pionero con los ribosomas e invitada de honor en la FIL 2013, quien considera que explicar la ciencia dura al público es un arte, y “cuando se ven los resultados en los ojos brillantes de quienes escuchan, se siente una gran satisfacción”.
Añadió: “Creo que los científicos deberíamos estar conectados realmente con la gente, sin importar su edad ni sus creencias, porque llevarles el sentimiento de la realidad científica reafirma la certeza de que nuestro trabajo no es en vano”.
El microbiólogo suizo Werner Arber, Nobel de Medicina 1978, considera que “es importante que la ciencia esté presente desde la escuela primaria y se asigne a los maestros el trabajo de que estén al tanto de los avances científicos. Cuando uno deja la escuela, aún vive muchas décadas.
Por eso es importante el periodismo para las personas, para llevarles las novedades o el conocimiento científico y lo que eso implica para nuestra vida diaria.
Una consecuencia hasta riesgosa de no divulgar la ciencia es que la gente se niegue a recibir sus beneficios, rechace las vacunas, por ejemplo, no acepte protegerse contra el calentamiento global, porque se niega a aceptarlo, y cuando lo compruebe demasiado tarde, no habrá mucho por hacer”.
