La universidad en el siglo XXI

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En un contexto de cambio social son inevitables las grandes transformaciones en la educación.

Ante esto, Jamil Salmi cuestiona: “¿Las universidades están listas para estos cambios?” y gradualmente expone puntos medulares de la universidad ideal en el siglo XXI, lo hace de manera amena y con ejemplos. Frente a él se encuentran rectores y directivos de la Universidad de Guadalajara, que lo escuchan atentos.

“Existe una aceleración en la creación de nuevos conocimientos. Lo que un alumno de primer ingreso puede aprender en su primer año, puede volverse obsoleto al concluir sus estudios. Entonces la pregunta es, ¿cómo nos mantenemos al día?”.

Sus reflexiones no caen en tierra árida. De hecho, se le ha invitado porque la UdeG ha comenzado a trabajar en la actualización del Plan de Desarrollo Institucional (PDI) y lo que opina el coordinador de la Red de Profesionales de Enseñanza Superior del Banco Mundial y asesor en más de 60 países, vale la pena ser escuchado.

Jamil Salmi impartió la conferencia “Nuevos desafíos para la educación superior en el siglo XXI”, en el Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas (CUCEA), con ocasión de la actualización del PDI, que iniciará en próximos días, y que, según el Rector General de la UdeG, Itzcóatl Tonatiuh Bravo Padilla, permitirá determinar qué es necesario modificar o reafirmar, así como tener una visión a futuro, alineada con la realidad.

El doctor Salmi es marroquí. Tuvo una educación francesa y ha estado en casi todo el mundo. “Los países deben poner a la educación como tema principal en sus políticas públicas”. Y ejemplífica: Corea del Sur y Brasil tenían los mismos indicadores en los años 60; Corea hizo un plan con el tema educativo en el centro y ahora se encuentra por encima del país sudamericano.

Otro caso: Oulu, una ciudad de 190 mil habitantes, en Finlandia, que hace unos decenios sólo tenía una fábrica de cartón que estaba degradando su medio ambiente. Su alcalde pidió una universidad y le impuso restricciones a la fábrica. Años después de ahí salió el teléfono Nokia.

“Ciertamente esa marca bajó últimamente”, dice sonriente, pero allí está un ejemplo de desarrollo a través de la educación.

Empero, el caso que más le gusta  como universidad del futuro es el Olin College of Engineering, situado a unas millas de Boston, en Estados Unidos, donde “imaginan lo que no existe para hacerlo realidad”. En el primer día de clases hacen grupos de alumnos a los que les dan herramientas y en un tiempo determinado deben crear algo. “Muchas veces no logran nada, a veces ni siquiera tienen las cosas necesarias, pero lo que los profesores evalúan es su creatividad y su trabajo en equipo”. En el Olin College no existen departamentos académicos ni puestos fijos y parte importante de la currícula es la factibilidad, la viabilidad y la creatividad.

Esta última característica es la que remarcará a lo largo de su ponencia. “Hay que ser creativos” e impulsar la creatividad en los alumnos. “Antes, la transferencia de conocimientos; ahora, la construcción de conocimientos. Antes, seguir instrucciones y hoy atender a tu pasión. Antes se aprendía sólo dentro del aula y hoy se aprende las 24 horas de los siete días de la semana; antes, el alumno solo y hoy el trabajo en equipo”.

Además de la creatividad, el asesor del Banco Mundial propone aprovechar mejor la tecnología. No resistirse al cambio. “De qué sirve que todos los alumnos tengan tablets, si los profesores siguen dictando sus clases. Con un buen internet aprendes donde quieres y a la hora que quieres”.

Jamil Salmi se declaró a favor de la educación híbrida: la interacción profesor-alumno, más el apoyo digital. “Varias universidades ya ponen a sus mejores profesores, algunos de ellos premios Nobel, a dar cursos a miles de alumnos a través de una computadora”.

El financiamiento sostenible, la gobernanza, tomar decisiones ya, entre otros aspectos, fueron parte de los desafíos que tiene la universidad en el siglo XXI, en voz del doctor Salmi, quien, ya en la parte de las preguntas y respuestas, recomendó a nuestra universidad no olvidar tres puntos: contribuir al desarrollo tecnológico, sin olvidar el desarrollo social; buscar la coincidencia del plan de desarrollo de la Universidad con el proyecto del Estado, para beneficio de la población; y, en el caso de universidades masivas, aprovechar la educación online.

Concluyó: “Las palabras de Séneca no pierden vigencia: no hay viento favorable para los que no saben a dónde quieren ir”.

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