La tristeza ancestral de Atanasio

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    Atanasio Monroy, el destacado pintor originario de Autlán de Navarro, Jalisco, y de quien este 19 de febrero se cumplió el cuarto aniversario luctuoso, “logró plasmar en sus pinturas todo el realismo tradicional del México rural”, según relata su amigo de muchos años, el también autlense Gabriel Lima Velázquez.
    “Un crítico decía que la pintura de Atanasio Monroy era fría y no decía nada, pero yo la calificaría como el reflejo de la tristeza ancestral de nuestra raza conquistada, es decir, la del mexicano, que aunque sonría, siempre está triste”.
    Agrega que el pintor supo captar de manera magistral los atavismos del mexicano, tanto físicos como espirituales, ya que sus imágenes son auténticas. “Sus mujeres son pueblerinas y los rostros de los hombres campiranos tienen rostro familiar”.
    Lima Velázquez narra que cuando a Atanasio Monroy le preguntaban cómo calificaba su pintura, él decía: “nada, nada. Yo no creo en los ‘ismos’ ni en las escuelas: la pintura es buena o mala, pero puedo afirmar que soy un pintor del realismo tradicional”.
    “Él fue un artista vernáculo y le tuvo mucho amor a México. Los hombres y mujeres que retrató no pudieron ser captados mejor ni siquiera con una cámara fotográfica”.

    Etapas

    Lima Velázquez cuenta que Atanasio Monroy decía que había nacido para pintar y que esa profesión era una esposa celosa. Era muy disciplinado. Por años mantuvo un horario que no variaba, de las 9:00 a las 18:00 horas.
    “Nunca estudié pintura con él, porque mis horarios de trabajo me lo impedían, aunque nos visitábamos mucho”.
    Atanasio Monroy tuvo cinco etapas importantes como artista. La primera, de los 20 a los 30 años, “cuando sale al mundo como un pintor joven, con mucha calidad, en cuya pintura, como dicen los académicos, ‘las sombras se diluyen y las luces se estampan’.
    “En esta primera etapa mostraba una gran influencia del pintor Saturnino Herrán, la cual comienza a desaparecer paulatinamente hasta su segunda etapa –de los 30 a los 45 años–, cuando logra un dominio completo de la técnica. De pincelada fácil y generosa, entonces alcanza, en mi opinión, su mayor madurez artística. Creo, sin duda alguna, que sus mejores cuadros los pinta en esa época”.
    Su tercera etapa como pintor abarca de los 45 a los 83 años. “Aquí ya cuenta con una maestría completa, sin embargo, empieza a cambiar su técnica de los trazos generosos por otros más breves, el llamado puntillismo. Él decía que con esta técnica sus obras iban a durar más, porque conservaba mejor la pintura.
    “La cuarta etapa podría ubicarse de los 83 a los 89 años, luego de que una hemiplejia casi pusiera fin a su carrera. Sin embargo, como la enfermedad le impide pintar con la mano derecha, aprende a usar la izquierda. Realizó cerca de 20 cuadros con esta mano y con el tiempo recupera su fuerza y belleza, pero la obra ya no es la misma”.
    La quinta etapa en la carrera de Atanasio Monroy va de los 89 a los 92 años de vida. “Sus cuadros denotan una evidente decrepitud, con líneas y trazos inseguros, vacilantes. Incluso algunos granos de tela no están bien cubiertos por la pintura. A pesar de ello, sin duda, hay una gran belleza en los colores que utilizó”.

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