La tormenta de hielo

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    Miguel Ángel Rico López se dedica a cortar el cabello en el patio de su casa. La noche del viernes 7 de junio, aún tenía a seis clientes por atender cuando comenzó a llover. La tormenta, que ya se presagiaba en el cielo de Teuchitlán, no parecía como otras, sino que se anunciaba con vientos fuertes y unas nubes “negras, negras”.

    La lluvia, acompañada de una fuerte granizada, fue tan intensa que rápidamente el patio se inundó y una corriente de agua empezó a meterse por la entrada principal de su casa. El nivel del agua se elevó tanto, que en algunas habitaciones rebasó el metro de altura, mientras que en las calles llegó casi hasta los dos metros.

    Los clientes de Miguel Ángel tuvieron que trepar al techo de la casa para ser rescatados en lanchas por los bomberos, pues el río, al que le llaman “Escondido” y que está a un par de cuadras, se había desbordado.

    Él se quedó para tratar de salvar la mayor cantidad de sus pertenencias, pero principalmente a sus mascotas, tres perritos que en ese momento se encontraban atados en el patio: dos de ellos lograron salir con vida, pero su perrita Tequila, no. “Ahora hay que buscar dónde enterrarla”.

    La mañana del sábado Miguel Ángel comenzó el recuento de los daños. Como muchas familias de Teuchitlán, perdió prácticamente todo: muebles, ropa, electrodomésticos e incluso un refrigerador que recién había comprado y en cuyo cajón de las verduras no había más que agua y lodo, al igual que en todas partes. A la deriva, un televisor flotaba en el agua: la tormenta movió de lugar todas las cosas en su improvisada y caprichosa estética.

    Afectaciones materiales
    A mediados de la semana pasada, cinco días después de la tromba que conmocionó a Teuchitlán y dos de que el gobierno federal lo declarara zona de desastre, sus habitantes aún seguían sacando lodo de las casas y poniendo a secar al sol lo que lograron rescatar.

    El aire es húmedo y caliente: huele a moho. Las calles principales están limpias, pero acercándose al río, donde las maquinarias siguen desazolvando y saneando el cauce, las casas todavía están rodeadas por un lodazal.

    La familia Ortiz (cinco niños, una mamá enérgica y el papá trailero) intenta salvar lo poco que les queda después de la tragedia. Perdieron todos sus electrodomésticos y varios muebles: “Fue muy triste. El agua estaba fría. Se metió más de un metro. Nos asustamos mucho. Hicimos pilas de colchones y nos refugiamos arriba. Los más chiquitos de mis hijos no dejaron de llorar durante las tres horas que duró la tormenta”, dice la señora, de 40 años.

    Afuera de la casa pusieron a secar colchones, utensilios, ropa y cobijas, mientras el señor, moreno y corpulento, desarma su viejo Nissan, pieza por pieza, hasta los más pequeños tornillos, para limpiarlos del lodo y ver si el auto volverá a prender.

    La de enseres domésticos representa la mayor pérdida material, explica José Ascención Murguía Santiago, presidente municipal de Teuchitlán. Agrega que las viviendas dañadas fueron 168, 20 de las cuales quedaron inhabitables, y que 300 familias resultaron afectadas, lo que da un total de mil 500 personas.

    La situación más crítica hace unos días, era la obtención de agua potable: “Estamos haciendo el saneameinto de los dos pozos, que quedaron contaminados con las inundaciones y los animales muertos. Falta todavía clorarla y tratarla para el consumo humano”, dice Murguía Santiago.

    Hasta el miércoles pasado, dos familias, de unos 15 integrantes, aún vivían en el DIF municipal, donde acudían alrededor de 300 personas a recibir comida.
       
    CUValles se solidariza
    Tras lo sucedido en el municipio de Teuchitlán, el Centro Universitario de los Valles (CUValles), con sede en Ameca, abrió un centro de acopio para recaudar alimentos, agua embotellada y ropa para los damnificados.

    “Tenemos responsabilidad social, con esta causa principalmente, porque es un municipio de nuestra región y aquí vienen estudiantes de Teuchitlán”, dijo el rector del CUValles, José Luis Santana Medina, quien informó que a la par del centro de acopio, emprendieron una campaña de apoyo a los teuchitlenses, la que incluyó cápsulas radiofónicas y espacios informativos, principalmente en la estación universitaria.

    El centro de acopio tuvo su primer corte el pasado viernes, cuando se reunieron aproximadamente 200 litros de agua y otros productos básicos, como azúcar, arroz, leche, frijol y atún, los que fueron entregados al ayuntamiento de Teuchitlán por personal del centro universitario.

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