La naturaleza corrupta

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    Lo ocurrido en Cancún con el Manglar de Tajamar, o con lo que quedó de él, puso sobre la mesa el penoso tema de los constantes ecocidios que ocurren, ante la vista de todos, a lo largo y ancho del país, y sin mayores consecuencias para los causantes.

    Este caso evidenció sobre todo los actos de omisión de autoridades que supuestamente protegen nuestros recursos naturales, ante la enbestida de las grandes empresas constructoras que destruyen áreas como Tajamar a cambio de plantar diez arbolitos.

    Quizá suene a cliché, pero el caso del manglar debería ser un llamado de atención tanto para las autoridades pero sobre todo para los ciudadanos, para estar atentos y denunciar este tipo de hechos, no sólo los que ocurren en lugares tan conocidos como Cancún, sino en cada área natural de las pocas que nos quedan.

    Un ejemplo más cercano es el que viven los vecinos de la comunidad de Ahuisculco, en el municipio de Tala, quienes desde hace unas semanas se propusieron defender —y lo han logrado— sus manantiales ante la amenaza de la empresa PISA de instalar contenedores de melaza, que pondrían en grave riesgo los recursos hidrológicos de la región Valles.

    Considero importante que denunciemos a las empresas que sin ningún remordimiento intentan expandir sus ganancias económicas, pero sobre todo que se ponga en evidencia a las autoridades corruptas que lo permiten.

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