La migración y la creciente urbanización

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Uno de los fenómenos sociales que en los últimos años se ha presentado con mayor fuerza es la migración, internacional e interna. En el mundo hay cerca de 232 millones de migrantes internacionales y 740 millones de migrantes internos. Las causas por las que se presenta este tipo de movilidad en todo el mundo son, entre otras, el envejecimiento de las sociedades, la inestabilidad ambiental, la búsqueda de seguridad y oportunidades económicas o la necesidad de alejarse de la violencia desatada en algunos países por la guerra incesante o como resultado del fanatismo religioso.

La constante movilización humana hacia las zonas urbanas es un factor de impacto muy importante en el crecimiento desordenado de las ciudades y la consecuente demanda de servicios, así como en la generación de nuevos fenómenos sociales, como el de los commuters, aquellas personas que deben trasladarse diariamente al trabajo o la escuela, recorriendo grandes distancias, reduciendo significativamente el tiempo disponible para la recreación o la vida en familia.

Una creciente urbanización representa en cualquier ciudad generación de nuevas oportunidades, pero también de riesgos. Se estima que en 2014 más del 54 por ciento de los habitantes del planeta vivía en zonas urbanas, la ONU-Hábitat alertaba en 2009 sobre los más de 3 millones de personas que se instalaban en las ciudades cada semana. Esta realidad representa uno de los mayores retos para las políticas públicas de planificación urbana y de desarrollo sustentable. Es urgente tomar medidas adecuadas de la migración para evitar graves problemas de inseguridad o discriminación entre la población. La ONU-Hábitat señala que una de cada tres personas de las ciudades del mundo en desarrollo vive en barrios marginales, habitados principalmente por migrantes y otras personas pobres, lo que agrava su situación.

Los migrantes son un factor importante para activar el desarrollo económico y social local, a través de diferentes formas de participación, ya sea como prestadores de servicios o como vínculo para el intercambio de bienes o productos entre el país en el que residen y el de origen; no obstante, las aportaciones que generan los migrantes se miden únicamente a través de las remesas y no por los beneficios que generan en una ciudad. Como dato importante, la Organización Internacional para las Migraciones señala que en 2010 se enviaron 325 billones de pesos en remesas a países en desarrollo.

Si bien la migración internacional de los refugiados ha ocasionado infinidad de problemas y situaciones conflictivas entre países, es importante destacar los beneficios que otro tipo de migrantes han brindado a los lugares donde se han afincado. Un ejemplo claro es el caso de los españoles en México o de los latinos en Estados Unidos, a pesar de lo que diga el candidato republicano a la presidencia de ese país.

Menos alentador es el panorama al que se enfrentan los migrantes de países del centro y sur del continente, que tienen a México como país de tránsito obligado en su viaje al norte, para quienes en muchos casos se convierte en destino final, no sin antes haber atravesado por vejaciones, explotación y violación de sus derechos humanos fundamentales, en esta nación que tanto dice defender los derechos de los conciudadanos que hicieron el mismo tránsito a Estados Unidos en la búsqueda de una vida mejor o simplemente de una posibilidad de vivir.

Las políticas integrales de población y migración que contribuyan a la inclusión y al ejercicio de los derechos humanos deben ser una realidad en acciones concretas. La migración no se detendrá, así que es necesario atenderla debidamente.

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