La mano del hombre

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Hasta el momento, el conteo de decesos de fuentes oficiales y extraoficiales, supera el centenar de personas fallecidas a consecuencia de los ciclones Ingrid y Manuel, que azotaron en semanas pasadas las costas de nuestro país.

Aunado a los lamentables decesos, que al cierre de esta edición suman 157, la Secretaría de Gobernación (Segob), afirma que los damnificados son un millón 600 mil personas, de 364 municipios con declaratoria de desastre en 22 estados de la república.

La comunidad rural de La Pintada, del municipio de Atoyac de Álvarez, en Guerrero, es una de las tantas localidades afectadas por Manuel. Las lluvias provocaron que las tierras sobre las que se establecía la comunidad rural, cedieran. El barro y el agua se llevaron por delante lo que estaba a su paso y el alud dejó sepultada alrededor de una treintena de casas. 68 personas, de los cerca de 500 habitantes de esta comunidad, fueron reportadas como desaparecidas y se confirmaron por lo menos 18 decesos.

Los sobrevivientes del deslave en La Pintada recuerdan, como publicó la revista Proceso, que en el cerro que se desgajó no había árboles ni piedras. Estaba partido. Desde que tienen memoria se le veía el relleno, la pura tierra, sin piel vegetal encima. Decía que se había partido medio siglo antes.

Los deslaves o derrumbes ocurren cuando las rocas o los sedimentos sueltos caen y bajan por una pendiente (Balvanera, 2012). La cobertura vegetal regula la frecuencia y la magnitud de los deslaves, ya que ayuda a proteger al suelo del impacto directo del agua. Además, sus raíces estabilizan los materiales que lo componen, evitando su deslizamiento.

En los bosques y selvas existen especies que tienen una estructura de raíces densas y que cubren un área amplia de superficie, por lo que son las más efectivas para hacer más lento el escurrimiento de la superficie (Balvanera, 2012).

Estudios que evalúan los disturbios provocados por eventos climáticos, como el huracán Stan, que perjudicó a comunidades cafetaleras en el estado de Chiapas, confirman que existe una relación entre la complejidad de la vegetación y los deslaves. Se ha observado que el mayor número de deslaves ocurre en sitios disminuidos en su masa forestal. Aunque este factor se relaciona con otros como la distancia a los ríos o la exposición del terreno a los vientos, los investigadores concluyen que incrementar la complejidad vegetal en el paisaje es una buena estrategia para reducir cierta susceptibilidad al disturbio de huracanes (Philpotta, 2008). Por lo anterior, es posible decir que en el caso de La Pintada, la ausencia de una cobertura vegetal del suelo aumentó la vulnerabilidad del asentamiento frente al evento climático.

Así como en los deslaves, los bosques y selvas también juegan un papel fundamental en la regulación de las inundaciones, ya que una cuenca hidrológica cubierta con bosque tropical puede presentar una evapotranspiración que supera en un promedio de 170 mm al año a la de una cuenca equivalente, pero deforestada. Esta disminución de la capacidad de evapotranspiración de la cuenca deforestada incrementa la probabilidad de inundaciones por el aumento del caudal que se escurre (Balvanera, 2008).

Ahora que la catástrofe ha pasado y que seguramente los gobiernos y las comunidades se encuentran pensando en los planes de reconstrucción y restauración, es necesario que el ecosistema forestal sea el tema central de las discusiones, y la vean como una actividad prioritaria.

Los responsables de la gestión forestal deben anticiparse y responder a estas amenazas identificando aquellas cuencas hidrográficas más vulnerables a eventos climáticos que sucederán con mayor frecuencia a causa del cambio climático que estamos viviendo.

Mantener los bosques sanos y restaurar los degradados dentro de las cuencas, son medidas de prevención que ayudarán a reducir la erosión, aumentar la estabilidad de los taludes y a garantizar la disponibilidad del suministro regular de agua limpia, de acuerdo a un informe de la FAO.

Investigadores de la UNAM aseguran que muchas de las víctimas mortales de esta catástrofe tienen como causa corrimientos de tierra, por lo que la Comisión Nacional Forestal coincide con ellos cuando afirman que la cuestión es que la humanidad no puede evitar los fenómenos naturales, pero sus decisiones ayudan a incrementar o reducir los desastres que ocasionan.

REFERENCIAS
Los servicios ecosistémicos que ofrecen los bosques tropicales. P. Balvanera. Ecosistemas 21 (1-2): 136-147. Enero-agosto, 2012.

A multi-scale assessment of hurricane impacts on agricultural landscapes based on land use and topographic features. Stacy M. Philpotta, Brenda B. Linb, Shalene Jhac, Shannon J. Brinesd. Agriculture, Ecosystems & Environment. Volumen 128 (1-2): 12–20. Octubre, 2008.

*Odette Preciado Benítez es licenciada en biología por el Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias de la Universidad de Guadalajara (CUCBA) y maestra en ciencias en recursos naturales y desarrollo rural por El Colegio de la Frontera Sur.

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