La maestra de Kevin

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    Kevin Arnold, el extraordinario chiquillo de la famosa serie “Los Años Maravillosos”, cuenta en uno de los episodios la mañana que el cielo se abrió y bajó un ángel.
    Se trataba de la maestra de inglés, una rubia despampanante que acostumbraba ir a dar clases enfundada en pequeña minifalda.
    Aquel año en la escuela, Kevin descubrió, junto con al menos una docena de sus compañeros, lo que era estar enamorado.
    Para congraciarse con la maestra, Kevin acepta pintarle su casa y admite un pago ridículo.
    Con tal de verla todas las tardes, acude a pintar y utiliza hasta sus ahorros para financiar la pintura, convencido que la maestra con esa sonrisa que le brindaba diario, seguro que también le correspondía.
    Al final del capítulo, la mujer cambia el tono de voz, presiona al chico para que termine de pintar porque le urge entregarla pues ya la vendió y se marcha del pueblo.
    Kevin descubre que el comprador es un hombre obeso que también quedó prendado de la joven y que lanza una larga mirada a la escultural maestra al tiempo que reconoce que ya perdió mucho tiempo y dinero porque pagó 10 mil dólares más de lo que debió desembolsar por la finca.
    El locutor que narra la vida del protagonista de “Los Años Maravillosos”, concluye que aquel verano, se enteró de la fuerza que tenía el sexo…

    *** ***

    La industria del sexo es un asunto más serio que una serie televisiva.
    Según un estudio elaborado por el Parlamento europeo, el sexo supone un industria que mueve anualmente entre cinco mil y siete mil millones de dólares anuales.
    Esto significa más que el gasto anual mundial en armamento.
    El documento menciona que tan sólo a Europa, cada año arriban unas 450 mil trabajadoras sexuales sobre todo inmigrantes.
    Un dato interesante es que solamente en internet, que es una gigantesca plataforma para esta industria, en Gran Bretaña se destina el 70 por ciento de los 252 millones de dólares que se gastan en comercio electrónico, es empleado para adquirir sexo o productos relacionados con el mismo.
    En España, por ejemplo, cifras conservadoras estiman en 400 mil personas las que se dedican al servicio del sexo, la mayoría inmigrantes.
    La mayor parte de estos emigrantes son reclutados por mafias que se dedican a la explotación sexual.
    Hay organizaciones como Intervida y Save the Children, que registran en sus escalofriantes estadísticas, que cada año un millón de niñas y niños ingresan en la industria sexual, aunque al tratarse de un fenómeno clandestino las cifras todavía pueden aumentar.
    Este comercio y hasta turismo sexual, según estas organizaciones, tiene en la pobreza extrema el principal detonante para que este tipo de industria.
    México no es la excepción en este problema. Según fuentes oficiales, hay más de 16 mil niños en la calle y de la calle ejerciendo la prostitución.
    La Organización de las Naciones Unidas, ya ha comenzado a intervenir en el caso y promueve un protocolo que denuncia y exija el castigo severo para el tráfico humano con fines de explotación sexual.
    El primer acuerdo internacional en cuanto a la definición del tráfico se encuentra en la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional, donde revela los tipos de tráficos que serían castigados en los países que se adhieran a esta condena mundial.
    Sin que se trate de asumir una posición “moralina” en torno a un problema tan grave, me parece que la industria del sexo de la cual Guadalajara es una de sus más importantes centros en el país, ha recibido un trato poco serio en razón del problema de seguridad y salud pública que representa.
    Y ante el oficio “más antiguo del mundo”, se ha adoptado también la actitud más antigua y al parecer más cómoda: la indiferencia.

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