La imposibilidad de la verdad

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En mi anterior artículo hice referencia a las inconsistencias que desde un punto de vista formal se ponen de manifiesto cuando se postula la imposibilidad de la verdad. Ahora pretendo mostrar los efectos negativos que se siguen en la ciencia, la filosofía y particularmente en la universidad  cuando los “investigadores” orientan sus actividades por criterios distintos a la búsqueda de la verdad.

En analogía con la vida social y política podríamos postular que, dado que es imposible lograr una visión unificada de la justicia y la naturaleza humana impide alcanzar modelos de organización que se asemejen al modelo ideal de justicia, entonces deberíamos dejar de procurarla. Con la anterior similitud pretendo mostrar que, al igual que sería infructuoso ensayar formas de organización social para alcanzar modelos justos de convivencia, también sería infecundo el trabajo realizado por la ciencia y la filosofía para lograr proposiciones con la pretensión de ser verdades. En consecuencia, el trabajo científico y filosófico que realizan las universidades y centros de investigación sería una absurda pérdida de tiempo y recursos.

Reflexionar sobre el tema de la verdad y su posibilidad en la universidad es de gran importancia, porque la generación y justificación de nociones verdaderas evidencian su razón de ser. Dos acciones centrales de la universidad son la enseñanza y la investigación. Enseñar conocimientos carentes de un criterio racional de justificación es adoctrinamiento e investigar partiendo del supuesto de que no puede alcanzar la verdad, no nos permite afirmar que realmente se está investigando. 

Pese a lo anterior, en diversos ámbitos en los que aparentemente se hace investigación, se ha extendido la tendencia de negar la posibilidad de la verdad o se recurre al pretexto de la investigación para atender intereses ajenos a la generación de conocimientos. Sobre esta tendencia referiré tres orientaciones contrarias a la búsqueda de la verdad.

1. Investigación de activistas. Son aquellas basadas en creencias injustificadas, compromisos o prejuicios. Con esta categoría hacemos referencia a la obstinación de algunos investigadores por tratar de justificar una conducta o creencia personal subordinando las evidencias racionales o empíricas a motivaciones personales y emocionales. De este tipo son, por ejemplo, las investigaciones tendientes a justificar creencias soportadas en modas o posiciones religiosas, moralistas e ideológicas.

2. Investigación mercenaria. Se refiere al tipo de “investigaciones” que se realizan con la finalidad de justificar intereses de instancias de poder económico o político a cambio de beneficios para los “investigadores”.  En esta misma categoría podemos incluir los abundantes textos que se generan teniendo como meta última la participación de los bonos que reporta el formar parte de la elite de los investigadores. 

3. “Investigación” que niega el sentido de la investigación. Es una tendencia contemporánea que realmente resulta paradójica. Su punto de partida es la suposición de que “todo saber científico o filosófico es un instrumento al servicio de grupos de poder”. La contradicción es evidente, ya que cualquier proposición que se generara en este contexto tendría que ser refutada mediante el mismo axioma de partida.

La investigación genuina tiene como meta la generación de conocimientos que aspiran a ser verdades; en este sentido, el investigador no podría orientar su actividad por modas, ideologías o creencias infundadas. Su meta tampoco puede centrarse en la pretensión de reconocimientos, simpatías o ganancias. Cuando la verdad es el derrotero central de la investigación, la ciencia, la filosofía y la universidad justifican plenamente la razón de su existencia.

* Cuauhtémoc Mayorga Madrigal. Es Profesor Investigador adscrito al Departamento de Filosofía en el CUCSH. Jefe del Departamento de Filosofía. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, de la Asociación Filosófica de México, de la Academia Mexicana de Lógica y del Cuerpo Académico de Lógica, Retórica y Teoría de la Argumentación. Autor del libro Factores etimológicos del desarrollo tecnológico

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