La gran estafa

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    Durante los últimos 12 meses ha habido más de seis mil casos documentados de fraude telefónico en México.
    El monto promedio en cada chantaje es de unos 250 mil pesos, lo que podría representar una cifra aproximada de mil 500 millones de pesos reunidos ilegalmente bajo esta modalidad.
    No todo termina ahí. Por cada uno de los casos que se denuncian, existen otros cuatro no registrados. Así, en total, las ganancias dejadas a los autores de estos delitos en el último año pudieron alcanzar los siete mil 500 millones de pesos.
    Nunca como hoy resulta imperativo que las víctimas de la extorsión telefónica denuncien los atracos de que han sido objeto, pues en contraste con los delitos que la mayoría de los ciudadanos juzga inútil comunicar a la autoridad, los detalles de la estafa pueden ayudar a que esta clase de timos sean erradicados.
    Conocer el modus operandi, los datos y las múltiples formas de este nuevo engaño permitirían evitar la capitalización de dichos grupos delictivos, que de seguir con éxito en sus extorsiones, podrían sofisticar sus métodos, ya que tendrían liquidez para adquirir novedades tecnológicas a fin de penetrar archivos y bases de datos con información sobre sus posibles víctimas.
    Según cifras de la Policía Federal Preventiva (PFP), los casos de extorsión telefónica denunciados ascendieron, entre 2002 y 2003, a mil 897. En lo que va del presente año han registrado seis mil 225 casos. Es decir, el crecimiento de estos fraudes supera el 200 por ciento.
    Por si fuera poco, la proporción entre delitos denunciados y sin reportar a las autoridades es de uno a cuatro.
    De ser así, en Jalisco, donde solo se han presentado 135 denuncias, es posible que hayan ocurrido 675 ilícitos de este tipo, cantidad que todavía parece pequeña si se considera el rápido aumento de este delito, según mediciones de autoridades locales y federales.
    Esta fechoría de reciente cuño, propagada como la espuma en el continente americano, llegó a México hace unos tres años, en el Distrito Federal –de hecho, la mayoría de estas extorsiones aún se llevan a cabo en esa localidad–, con la banda de Las tías.
    Ese grupo organizado empezó a narrar el secuestro, el daño, la sicosis del accidente y otras estrategias para arrebatarles el dinero a sus víctimas. Siempre se comunicaban haciéndose pasar por parientes.

    Modalidades de extorsión telefónica
    -Un supuesto pariente tiene problemas con la autoridad y solicita ayuda mediante la compra de tiempo aire (tarjetas telefónicas). Después de esta llamada, la víctima recibe otra de la “autoridad”, quien confirma que el “pariente” dice la verdad.
    • La víctima es telefoneada por un tercero, este afirma que un supuesto pariente sufrió un accidente y la persona que llama pide ayuda mediante la compra de tiempo aire.
    • Un supuesto interventor de la Secretaría de Gobernación habla para notificar a la víctima que se ganó un premio en un sorteo. A fin de entregárselo, es necesario que compre tiempo aire. El “interventor” le advierte que si no lo hace, no le otorgarán el premio.
    • El supuesto criminal le comunica a la víctima tener a un pariente secuestrado y encerrado en la cajuela de su vehículo (ofrece los detalles de este). Solo lo liberará si paga una suma de dinero.
    • Un supuesto agente de la Policía Federal Preventiva (PFP) llama a la víctima y le asegura que un pariente suyo está detenido en el aeropuerto. Solo podrá liberarlo a cambio de cierta cantidad de dinero.
    • Un policía falso telefonea y le comunica a la víctima que está al tanto de que un grupo de criminales quiere secuestrarla, pero él puede evitarlo si le paga una “módica” cantidad.
    • La víctima recibe la llamada de un individuo, este le cuenta que lo han contratado para secuestrarle. No lo hará si le hace llegar una suma de dinero.
    • Un supuesto policía telefonea a la víctima y le asegura que posee una orden de aprehensión en su contra, pero puede desaparecer el documento si le entrega una cuantiosa suma.
    • Un agente de viajes le indica a la víctima que por su buena suerte ha sido seleccionada entre un mundo de gente, para gozar de un viaje a un destino turístico con todos los gastos pagados. Solo tiene que desembolsar una cantidad de dinero para reservar las fechas de su preferencia. Supuestamente más tarde le será reembolsado el pago.
    Así operan
    Los extorsionadores nunca se identifican, siempre insisten en que son víctimas, policías, empleados o intermediarios de “buena fe” cuando telefonean. Por lo general hablan varias veces y aprovechan toda su habilidad para conseguir detalles. Es posible que una parte de la información ya la haya extraído de algún otro miembro de la familia, amigo, compañero de trabajo o empleado.
    Los extorsionadores tratan de envolver a la víctima con un rápido discurso y nunca dejan un teléfono para comunicarse ni especifican ninguna clase de detalles.
    Son elocuentes o groseros a más no poder, amenazan con golpear, violar, secuestrar y perpetrar todo tipo de daño a quien contesta el teléfono. Sin embargo, se recomienda conservar la calma y la ecuanimidad. Eso los desespera y los obliga a renunciar y buscar otra víctima.

    Medidas
    a) Nunca proporcionar la identidad del propietario de la línea de teléfono ni otros detalles hasta no cerciorarse de quién está llamando.
    b) Negar rotundamente la identidad de la persona que contesta el teléfono.
    c) Si el delincuente ya realizó varias llamadas, no responderle y negarse cada vez que telefonee.
    d) Si se trata de una empresa, no guiar al delincuente o comunicarlo con su víctima-objetivo, decirle que no está, pero puede dejar un recado.
    e) Capacitar al personal de la empresa, o al doméstico, sobre este comportamiento.
    f) Contar con un identificador de llamadas.
     
    Desde el reclusorio
    Apoyados en la “protección” de una cárcel, los delincuentes telefónicos operan –en un 90 por ciento de los casos– desde el interior de un penal, asegura el coordinador del área de extorsiones y secuestros, de la Procuraduría General de Justicia del Estado, el licenciado Raúl Velázquez Ruiz.
    Según el funcionario, el número de fraudes ha disminuido en los últimos meses por la captura de la banda Los chilangos, un grupo de maleantes que maniobraba desde penales del Distrito Federal, en particular el reclusorio Norte, aunque la banda se formó en la prisión de Santa Martha Acatitla.
    Su captura fue providencial. “La ambición los traicionó. Siempre pedían las sumas a través de Dinero express o Electra, pero un ‘cliente’ de Guadalajara les ofreció un automóvil y fue así como los capturamos aquí”, relata con orgullo el agente.
    La banda operaba con un grupo de delincuentes en el reclusorio Norte que usaba a dos mujeres fuera del penal, madre e hija, para recuperar el dinero. “El móvil siempre era el secuestro o la amenaza de muerte. Su error fue volar directamente de la ciudad de México. Se salieron de los parámetros que siempre utilizaban. Ese fue su error”.
    Quienes se dedican a la extorsión emplean directorios especializados o a veces “la simple sección amarilla”, los anuncios publicitarios, para ubicar a sus víctimas. No obstante, por el éxito de varias bandas y el aumento de esta clase de delitos, Velázquez Ruiz no descarta que en el futuro traten de comprar bases de datos más sofisticadas o incluso –con el adelanto tecnológico– pudieran penetrar información hasta ahora encriptada.
    El funcionario conminó a las instituciones de crédito a facilitar información sobre cuentas sospechosas, ya que los delincuentes telefónicos las usan para ordenar los depósitos y las abren con datos e identificaciones falsas.

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