La fotografía es memoria

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Su pasión por captar la esencia jalisciense lo llevó a participar en el concurso fotográfico “Rostros y rincones tapatíos”, organizado por el diario El Informador en el marco de los festejos de su centésimo aniversario. El certamen estuvo dividido en dos categorías; la primera, “Rostros” y la segunda, “Rincones”.

Su fotografía “Plaza de toros”, posicionó a José Díaz Molina en el primer lugar de esta última categoría, cuya premiación se realizó en la Fundación Jesús Álvarez del Castillo. El premio para los primeros lugares fue una cámara fotográfica Canon T6.

Egresado de la Universidad de Guadalajara, cursó la licenciatura en Artes visuales para la expresión fotográfica. “Todo comenzó a mis dieciséis años, cuando realicé un viaje al extranjero donde pude experimentar y desarrollar mi gusto por las imágenes. Aprendo visualmente, entonces resultó espontaneo. Después fui a varios cursos y diplomados para ver si era lo mío. En 2011 investigué las mejores escuelas de fotografía en cuanto a foto-química. Hice trámites en la Universidad de Guadalajara, y afortunadamente me aceptaron, mi experiencia anterior me ayudó”, afirmó.

Los temas más recurrentes en sus fotografías son los toros y todo el ambiente que los rodea. También disfruta de plasmar la moda actual, entre otros aspectos. Goza de exponer la belleza de la naturaleza, retratar mujeres y hombres, destacar las texturas y realzar sombras, todo con su toque especial. Aun así, lo que le produce mayor deleite es crear un vínculo con el espectador generado por la empatía con sus obras.

“Tuvieron que darme un empujón para entrar en el concurso, no lograba decidirme, por el puro hecho de integrarme me consideré afortunado, pues me sentiría realizado con el simple acto de que mis fotos aparecieran en el camellón de Chapultepec. Lo que más disfruté de quedar en primer lugar fue que numerosas personas apreciaran lo que yo en ese momento aprecié. Hacerme consciente de cuántas personas compartían mi gusto” dijo.

Es imposible olvidar el momento preciso en el que se toma una fotografía, la imagen está ahí para transportarnos inmediatamente a la situación, a la escena predilecta, e invocar esa experiencia con cada mínimo detalle. La fotografía es memoria.

“Desde los ocho años visito la plaza de toros en compañía de mi familia, esa temporada comenzó en noviembre y terminó en enero. Las corridas empiezan a las cuatro y media de la tarde, cada una dura quince minutos —dice acerca de su toma—. Era el tercer toro, estuvo presente Joselito, el torero de Aguascalientes. Sin embargo, comenzó a llover y esa corrida se tuvo que cancelar, los toreros y el toro permanecieron en el ruedo, sentía la lluvia en mi cara, comencé a observar… tomé aproximadamente quince fotografías en el transcurso de media hora, estaba con mi papá y mi hermano, como siempre, quedé fascinado con la escena, así es como surgió ‘Plaza de toros’”.

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