La famosa agenda ciudadana

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La Agenda Ciudadana es una consulta vía internet (www.agendaciudadana.mx), realizada por primera vez en nuestro país, y en la que el público podrá elegir hasta tres retos de mejoramiento de la calidad de vida, que deben afrontarse desde la ciencia, la tecnología y la innovación, que lograrán la solución de problemas en agua potable, educación, migración, salud mental, salud pública, adicciones, seguridad alimentaria, y aun en aspectos que podrían parecer sofisticados, como el cambio climático, energía e investigación espacial.
La consulta tiene el propósito de que los científicos y los innovadores se encaminen a ellos y su solución. Esta es una iniciativa de por lo menos 11 entidades especializadas en ciencia, tecnología e innovación, avalada por la Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto Politécnico, la Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia y la Tecnología, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), y un largo etcétera, rematado por la Fundación Española para la Ciencia y la tecnología, sin faltar la Alianza Francesa. Es suficiente con decir que todas las entidades que tienen algo que ver con esto, apoyan la consulta, cuyos resultados se espera que cambien el modo de vida de parte de la población mexicana.
Por la escasez de espacio, elegí dos temas prioritarios: el agua y el cambio climático.
El agua es un indicador tangible de la desigualdad que hay en el país. No todos la reciben y algunos solo de manera esporádica y a alto costo.
La relación directa entre el agua consumida y la enfermedad es algo bastante complejo de demostrar. Es un hecho que no tener agua para el aseo personal es factor para contraer enfermedades gastrointestinales, oculares y de la piel. Aunque 94 por ciento de la población en las ciudades y 87 por ciento en las áreas rurales cuentan con servicios de agua, los sistemas son cada vez más deficientes, pues entre el 30 y 80 por ciento del agua que corre por las redes se pierde, lo que afecta su disponibilidad para la población.
Para garantizar el acceso del agua en cantidad y calidad, requerimos hacer un uso racional de la misma y contar con registros precisos sobre el ciclo hidrológico y su relación con los ecosistemas.
Debemos saber a ciencia cierta cómo se registran esos datos y cómo son utilizados para planear y diseñar el abasto y la dotación de servicios a la población urbana y rural, y a la producción industrial y agrícola.
Tenemos suficiente agua para abastecer nuestras necesidades: la cuestión es resolver cómo la usamos, la distribuimos, la consumimos y cómo definimos las responsabilidades de todos.
Es responsabilidad de cada ciudadano cuidarla, pagar el servicio de acuerdo con los usos que le da y contribuir a regresarla en cantidad y calidad adecuadas para su reincorporación al ciclo hidrológico. La ciencia y la tecnología pueden aportar conocimiento, información y nuevos sistemas para mejorar ese servicio y la calidad del agua, así como para diseñar estrategias orientadas a la valoración de este recurso en sus múltiples fases.
El cambio climático viene a sumarse a la crisis ambiental y será el problema más importante del siglo XXI. El reto es enfrentarlo con conocimiento, para aprender a vivir con él. Es decir, adquirir la capacidad de prevención y adaptación a sus efectos.
El conocimiento científico sobre el funcionamiento de nuestro entorno y el desarrollo tecnológico encaminado a la mitigación y adaptación, pueden ayudarnos a enfrentar esta amenaza para la vida en el planeta.
El cambio climático, que va más allá de las variaciones normales del clima en las distintas regiones y épocas del año, es resultado de alteraciones en la atmósfera como consecuencia de la tala inmoderada, el rápido cambio del uso del suelo, la actividad industrial, ganadera y del transporte, entre otros aspectos.
Modificar los patrones del clima provoca que se empiecen a desacoplar muchas de las funciones de los seres vivos en los ecosistemas y cambian más cosas de las que podíamos haber imaginado. El clima tiene que ver con prácticamente todas las actividades humanas y aumenta el riesgo de desastres.
Una de las mayores vulnerabilidades es la ignorancia. La ciencia nos permite conocer el funcionamiento de nuestro planeta y relacionar este conocimiento para organizarnos y actuar. La tecnología y la innovación pueden contribuir a desarrollar estrategias y recursos para enfrentar éste y todos los retos.

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