La educación de adultos

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Con los rápidos cambios tecnológicos se han generado nuevas oportunidades de aprendizaje y nuevas competencias que deben responder a los procesos de transformación, por lo que hay que estar permanentemente actualizando los conocimientos. En este sentido, una necesidad de primer orden es la educación básica de las personas adultas y su formación continua, ya que tiene un papel importante no sólo en el crecimiento económico sostenible, sino también en la promoción de la inclusión social, la salud y sobre todo para cimentar una mejor calidad de vida.

A pesar de que la educación en los países es una de las principales estrategias o la punta de lanza para logar el desarrollo, hay en el mundo aproximadamente 750 millones de adultos, incluyendo a 114 millones de jóvenes entre 15 y 24 años, que todavía no pueden leer o escribir una oración simple, y cerca de dos de cada tres adultos que tienen competencias insuficientes en alfabetización son mujeres. Según cifras del Instituto de estadísticas de la UNESCO, esto demuestra que además de la persistencia de la desigualdad, continúa habiendo un elevado número de adultos que no cuentan con las competencias básicas para la vida.

La educación de adultos comprende el aprendizaje formal, no formal e informal y de educación continua, cuya finalidad es lograr que todos los adultos contribuyan a sus sociedades y al mundo del trabajo. Cabe mencionar que la educación de adultos constituye un elemento primordial para cumplir los compromisos establecidos en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

En el tercer Informe mundial sobre el aprendizaje y la educación de adultos (GRALE III), se menciona entre sus objetivos el analizar los resultados de la encuesta de monitoreo de los Estados Miembros de la UNESCO, hacer un balance para determinar si los países están cumpliendo los compromisos que contrajeron en la sexta Conferencia Internacional de Educación de Adultos y, entre otras cosas, proporcionar una plataforma para el debate. El informe muestra que el 75 por ciento de los países ha mejorado considerablemente sus políticas de aprendizaje y educación de adultos desde 2009, además que en alrededor del 68 por ciento de ellos se realizan consultas entre diferentes actores interesados y la sociedad civil, con la finalidad de asegurar que los programas respondan a las necesidades de los estudiantes.

Sin embargo, en cuanto a la financiación, el 42 por ciento de los países gasta menos del 1 por ciento de su presupuesto público en la educación de adultos y solamente cerca del 23 por ciento gasta más del 4 por ciento con ese fin; asimismo se señala que a pesar de que las tasas de participación de los adultos se han incrementado, aún continúa habiendo demasiados adultos excluidos.

Aunque hay avances importantes en la construcción de marcos de política para reconocer, validar y acreditar el aprendizaje no formal, algunos de los elementos a los que se debe mirar en los próximos años, de acuerdo con el informe, son que las políticas deben tener como uno de los grupos objetivo a las personas marginadas y desfavorecidas a fin de lograr la equidad con relación a las competencias básicas.

A partir del informe se pueden detectar las necesidades de urgente atención, pero sobre todo, se pueden rescatar experiencias que ayuden a mejorar las condiciones de vida de los adultos con requerimientos de educación en nuestro país, para no quedarse sólo con los índices de crecimiento económico o de analfabetismo, sino formular políticas al respecto, como un compromiso a largo plazo.

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