La discriminación y exclusión social

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La discriminación, uno de los grandes problemas arraigados en la estructura social en México, provoca la exclusión social y las conductas de violencia y odio contra quienes son más vulnerables por el hecho de ser “diferentes”. Vivimos en un país que es un crisol cultural (donde se fusionaron las etnias de los pueblos originarios; los descendientes de los migrantes de otras naciones que llegaron a México en condiciones de esclavitud o expulsados por las dictaduras, o quienes han adoptado este lugar del mundo para vivir), eso ha permitido múltiples formas de pensar, sentir y expresarse, que han enriquecido nuestra vida, nuestra lengua y nuestra historia. Frente a un mosaico tan diverso, es obligado el fomento de una cultura de inclusión y respeto hacia los demás, que facilite y mejore la convivencia social.

A pesar de que en los últimos años se han realizado diversos esfuerzos en materia legislativa, como la incorporación del derecho a la no discriminación en el artículo primero de la Constitución, la promulgación de la ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación (lfped) en 2003, la creación del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) en 2004, así como de diversas instituciones internacionales cuyo objetivo común es frenar la discriminación y proteger los derechos humanos, la realidad es que hasta ahora no se observa una disminución sensible de los problemas de violencia y exclusión derivados de la discriminación social.

Generalmente las personas que sufren agresiones con este origen pertenecen a grupos específicos con elevada vulnerabilidad, lo que hace todavía más injusta e inhumana —si cabe— la exclusión, tal es el caso de indígenas, adultos mayores, personas con discapacidad, migrantes, o bien aquellas personas que tienen preferencias sexuales distintas o creencias que tienden al fundamentalismo, por no hablar de las distintas clases sociales, entre otras cuestiones.

En el Reporte sobre la Discriminación en México de 2012 se muestra el panorama de la situación de exclusión en el país y se da cuenta de los procesos discriminatorios que aun persisten. Un caso es el de la justicia penal, donde se evidencia el contexto de corrupción, que responde casi siempre a intereses y criterios políticos y no al apego a los procedimientos de ley y el cumplimiento de los derechos ciudadanos. Un dato que puede ilustrar lo anterior es la presencia en las cárceles de un gran número de jóvenes entre 18 y 35 años, afectados por detenciones muchas veces injustas —porque no fue probada la comisión de un delito— o por causa de una infracción menor, que regularmente tienen un bajo nivel de educación y carecen de recursos para defender sus derechos u oponerse a un trato discriminatorio en la aplicación de la justicia por ser simplemente víctimas de la pobreza o de un grupo vulnerable. A esto se suman otros indicadores relevantes que señalan la magnitud del problema de discriminación en México en temas como el derecho a la salud, a  la alimentación, al trabajo, al acceso a la información, protección de datos personales, libertad de expresión o la educación.

Estas formas de discriminación se agravan por la violencia producto del odio, mediante el maltrato físico o psicológico que no en pocas ocasiones provoca la muerte de las víctimas. En los últimos días se ha hablando sobre los hechos sucedidos en Orlando (Estados Unidos) y Xalapa (México), que son una expresión de la discriminación hacia las preferencias sexuales distintas, lo que se corrobora en el Informe 2015. Crímenes de Odio por Homofobia, de la organización Letra S, donde se menciona que México se ubica en la segunda posición —después de Brasil— como uno de los países en el mundo donde han ocurrido más asesinatos por orientación sexual, con un promedio de homicidios en los últimos 10 años de 71.1 casos por año. Es evidente el problema creciente que estos datos reflejan, la intolerancia prevaleciente sobre el tema, a pesar de que ya pasaron 26 años desde que la Organización Mundial de la Salud eliminara la homosexualidad y el lesbianismo de la lista de enfermedades mentales. Tristemente, este caso es sólo un botón de muestra de lo que provoca el odio hacia otras formas de ser, de pensar y mirar el mundo, no olvidemos que han el mismo origen tenido y tienen los crímenes de lesa humanidad y las grandes conflagraciones ocurridas en el planeta. Trabajemos y eduquemos para la comprensión, la visión humana del ser, la tolerancia y el respeto, si queremos un mundo que viva en paz.

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