La crisis obliga a repensar un nuevo modelo

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El motivo de mayor preocupación para un país en crisis es que pueda deteriorarse la calidad de la educación, la salud, la cultura y la vivienda, “por lo que el gobierno seguro está consciente que hay áreas que no podrán achicarse”, comentó el embajador de España en México, Carmelo Angulo Barturen, durante su visita al Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas (CUCEA), de la UdeG.
Agregó que México es un país privilegiado en cuanto a su ubicación geográfica, con enormes recursos naturales, históricos, culturales, pero cuyo turismo está en riesgo. Otra área sensible que podría padecer México es que “muchos migrantes tendrán que retornar a su país y arrancar de cero. El país, sin duda, se verá afectado en su ingreso por divisas, que es de 24 mil millones de dólares anuales, una de las partidas fuertes con las que cuenta”.
“En periodos de crisis es común que pueda deteriorarse más la salud y la educación. Lo importante es saber qué puede pasar a una generación que tenga accesos a educación y sanidad de peor calidad. Yo creo que el gobierno es consciente que en eso no se puede mezquinar los recursos. Todo puede achicarse, menos las políticas sociales: educación, salud, cultura, vivienda, que son elementos básicos para un país”.
Angulo Barturen comentó que “nadie podrá escapar de la crisis, ni puede verse el fondo.” Eso afectará sobre todo a los más vulnerables, que son millones, con una propiedad: en este tipo de crisis la gente suele volverse pobre más pronto y perder el empleo muy rápido, lo que luego cuesta mucho a la población volver a recuperar los niveles que tenía antes.
“A partir de ahora, los países tendrán que repensar sus modelos de desarrollo desde las propias experiencia y no copiando, ni imitando o esperando que los países grandes vengan a resolvérselos o a decirles qué tipo de desarrollo quieren. Es un momento apasionante, muy duro, pero que desde la crisis puede tener una nueva oportunidad de repensar los nuevas formas de desarrollo”.
Agregó que es imposible ahora pensar en una nueva arquitectura financiera internacional sin el consenso de países como China, India, México, Sudáfrica, entre otros. “El sistema económico después de la Segunda Guerra Europea fue un sistema con base en los ganadores de la guerra. Hoy, el sistema que debemos crear debe tener en cuenta a dos mil millones de personas que viven en países emergentes, que tienen otras ideas, otras matrices culturales y que sin duda alguna van a plantear sus condiciones y hablar de tú a tú con las grandes potencias”.
Angulo Barturen señaló que él estaba destinado como representante de las Naciones Unidas en Argentinas cuando estalló en 2001 la crisis en aquel país, y vio como en un momento el trueque empezó a instalarse como una razón social de existencia en el que varias ciudades satélites de Argentina llegaron a atender a casi tres millones de personas. “Fue interesante ver cómo la gente tuvo la imaginación de recurrir a este sistema en un momento determinado. Ya muchos plantean alternativas con ciudades más pequeñas, descentralizadas, y la vuelta a una vida más agrícola y campestre. Ojalá que esa reinvención se haga desde las claves de cada país”.

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