La ciudad que transitamos

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En México la formación de áreas metropolitanas inicia en la década de los años 40. Es ahí cuando se da comienzo a una etapa de urbanización acelerada que se caracterizó por su notable concentración en el centro del país y en unas cuantas ciudades, especialmente en las áreas metropolitanas, así como una aguda dispersión de la población rural en una gran cantidad de pequeños núcleos.
En los últimos 30 años, la ciudad de Guadalajara ha triplicado su población y su extensión territorial, lo que ha dado lugar a un cambio en la morfología urbana. Este cambio, a pesar de ser la ciudad más importante del occidente de México, ha carecido de una planeación adecuada. La aglomeración urbana abarca casi 400 kilómetros cuadrados sobre el territorio de ocho municipios del centro de Jalisco, en lo que oficialmente se conoce como la zona conurbada de Guadalajara.
Entre 1970 y 1990, los municipios de Zapopan, Tlaquepaque y Tonalá han mostrado tasas de crecimiento elevadas, mientras que el municipio de Guadalajara reduce de manera considerable esta tasa, a partir de la década de los años 80, llegando en los 90 a números negativos.
La conurbación tapatía, con cerca de cuatro millones de habitantes, es una de las 12 aglomeraciones de mayor dimensión en América Latina, la segunda concentración demográfica del país y el centro articulador de las comunicaciones, la economía y los servicios para una vasta región de 20 millones de habitantes, que incluye a 10 entidades del occidente y el noroeste de México.
La metrópoli registra un crecimiento demográfico anual de cerca del tres por ciento, lo que indica que cada año se presentan alrededor de 100 mil nuevos habitantes, la mitad de ellos provenientes del exterior, mismos que demandan cerca de 800 hectáreas adicionales. Esta expansión ha sido de baja densidad y con grandes vacíos, que suman casi seis mil hectáreas de predios que desaprovechan la infraestructura existente.
Para el 2042, cuando Guadalajara cumpla 500 años de vida, la aglomeración urbana tendrá una población cercana a los siete millones de habitantes, lo que representará que en el curso de un siglo habrá crecido 25 veces.
Esta dimensión de la gran ciudad significa ya serios problemas en algunos de los servicios que se requieren. Destacan entre ellos el relativo al agua potable, en el que se mantiene un abastecimiento cercano a los 15 metros cúbicos por segundo, la mitad proveniente del lago de Chapala y el resto de los acuíferos subterráneos periféricos y de la cuenca del río Verde.
Las nuevas obras que permitirán satisfacer la demanda actual y futura, se han retrasado y es previsible condiciones críticas a corto plazo. Así mismo la movilidad urbana presenta puntos conflictivos que demandan tramitación inmediata.
Con el fin de apoyar la solución del problema, en 1989 se creó el Consejo de la Zona Metropolitana de Guadalajara, como una instancia de coordinación para la gestión urbana, integrado por ocho municipios conurbanos y varias dependencias estatales y federales.
Un estudio realizado por el Centro de Estudios de Mercadotecnia y Opinión (CEO), de la Universidad de Guadalajara (aplicado a la población mayor de 18 años en la ZMG, con una muestra de 400 casos), reflejó que la población que habita esta metrópoli y quien vive diariamente esta realidad, considera al congestionamiento vial como uno de los principales indicadores de la existencia de un problema de planeación urbana.
El incremento del parque vehicular juega un papel muy importante como el principal generador de este fenómeno, según el 28.7 por ciento de la población. Dicho incremento ha sido percibido en el último año por el 89.3 por ciento de ellos, el cual, fue generado a la par del incremento de la población (según el 37.6 por ciento), de las facilidades cada vez mayores de adquirir un automóvil por la gran oferta de créditos en este rubro, (según el 28.4 por ciento), así como a las posibilidades de acceder a automóviles ilegales denominados “chocolates” (según el 15.5 por ciento).
El 30.2 por ciento de la población, señala a la falta de planeación urbana como la principal causa de los congestionamientos viales, que pone en cuestión, si las calles de esta ciudad están acondicionadas para dar fluidez a la circulación de un gran número de unidades.
Por otra parte y como consecuencia del aumento de vehículos en la ciudad, surge la problemática de la contaminación ambiental, según la opinión del 54.6 por ciento de la ciudadanía, reforzando los resultados del estudio “verificación vehicular” que se realizó en junio de 2005 por el CEO, en donde también el 47.8 por ciento de la población afirmó que el número de automóviles que circulan en la ciudad, son un factor determinante que afecta a la contaminación.
Aunado a lo anterior, es considerable el hecho de que no todos los automóviles que circulan en la ciudad se encuentran en buen estado, lo que aumenta las probabilidades de contaminar, pues por lo menos el 27.6 por ciento de los automovilistas no han afinado su vehículo en el ultimo año, y el 41.8 por ciento no tiene conocimiento acerca de la periodicidad con la que debe realizarse la verificación vehicular.
Se puede decir entonces que; tanto el congestionamiento vial como la contaminación ambiental conforman un problema real que aqueja cotidianamente a la ciudadanía, en donde intervienen elementos propulsores de esta situación, como el incremento sin control del parque vehicular, la poca visión en la planeación urbana que no previó esta situación y el propio civismo por parte de la población para responsabilizarse de sus vehículos como agentes contaminantes, entre otros.

*Directora del Centro de estudios de mercadotecnia
y opinión de la Universidad de Guadalajara
**Subdirectora de investigación del CEO.

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