La caja vacía de Claudia Sainte-Luce

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El reencuentro de una hija con su padre, después de que éste fuera diagnosticado con demencia vascular, es el tema central de la Caja vacía, de la directora Claudia Sainte-Luce, cinta que fue estrenada en Guadalajara, en el Cineforo Universidad, el 30 de junio y 1 de julio.

La historia se desarrolla en la Ciudad de México y algunas partes en Haití, ya que el personaje del padre —de nombre  Toussaint— es originario de ese país y lleva treinta años viviendo en México. El proceso de creación de la película inició a finales del 2014 y fue presentada en el Toronto International Film Festival, Busan International Film Festival y Festa del Cinema di Roma, en 2016.

Para Claudia Sainte-Luce uno de los mayores retos fue actuar y dirigir al mismo tiempo, ya que ella encarna a Jazmín, la hija. Además, tuvo que buscar a un actor que fuera haitiano, que hablara español (además de francés y creole, las lenguas oficiales de Haití), para caracterizar al padre. Jimmy Jean-Louis fue el elegido.

Destacó que actuar y dirigir al mismo tiempo implicó para ella dividir el cerebro en dos. “Como actor hay que estar en escena proporcionando al personaje las características que necesita, y como director hay que orquestar la obra, traducir las palabras del guión a imágenes, dar indicaciones tanto de arte, como de vestuario y postproducción, además debes estar consciente cuando algo no está funcionando, lo que es doblemente demandante, pero es algo que tenía muchas ganas de hacer, aunque creo que no lo volvería a repetir”.

Una de las ventajas que tuvo Claudia Sainte-Luce es el ser autocrítica consigo misma. “Me maltraté bastante como actriz, a la hora de desempeñar mi papel como director. No me conformaba con cualquier cosa. Desempeñé el papel de juez y parte, pero el juez no se dejaba entretener, ni daba su aprobación tan fácilmente”.

La vivencia le dejó a Sainte-Luce valiosas experiencias para su carrera como cineasta, como mayor entendimiento de la puesta en escena y a tener una mirada más precisa en cuanto a dirección.

La autora creó la historia a raíz de vivencias personales. Como Jazmín ella también tiene un padre, de origen haitiano, quien padece demencia vascular, que ella define como una especie de alzheimer. Para la directora toda historia tiene parte de relato autobiográfico, “ya que tiene mucho de las ideas y emociones de los autores, pero también el autor, al ficcionar, se nutre de otras experiencias e imaginarios que no son realidad”.

En lugar de referirse a la enfermedad como algo catastrófico en la película, lo ve como una oportunidad de renovar lazos familiares y una relación que estaba perdida, además de una oportunidad de reencuentro con un ser querido y de perdonar.

La caja vacía es el segundo largometraje de Claude Sainte-Luce. Su opera prima fue Los insólitos peces gato (2003), filme que fue acreedor a premios como a la Mejor Película en el Festival de Mar de Plata, cinco nominaciones a los Premios Ariel, Premio FIPRESCI, premio a la Mejor Película en el Festival de Toronto, entre otros.

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