La basura que nadie quiere

El mercado satura la oferta de aparatos y sus "nuevas generaciones" se suceden sin control. En México se producen anualmente 150 mil toneladas de desperdicios electrónicos. Los desechos terminan en la basura común, a pesar de tener componentes peligrosos para la salud

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Foto: Jorge Alberto Mendoza

A Omar se le descompuso su rasuradora eléctrica. Este evento imprevisto lo pone frente a una doble problemática: comprar una nueva; y otra, de más difícil solución, que es dónde tirar la vieja. La sola indicación que detecta en el producto es el símbolo de un bote de basura tachado por una cruz, el cual “sugiere” que no se tiene que tirar los desperdicios comunes.
Entonces, ¿qué alternativas hay para desechar los residuos electrónicos? Aun si nadie debería tirarlos a la basura, la ausencia de coordinación entre los organismos propuestos para su tratamiento no ofrece muchas alternativas viables, con el resultado de que buena parte de estos aparatos terminen en rellenos municipales o abusivos, constituyendo un grave riesgo para la salud de la población.

Maraña legal
“Seguido nos encontramos aparatos tirados en la calle”, comenta Alfredo, quien trabaja en un camión recolector del Ayuntamiento de Guadalajara. “Lo que hacemos es separar monitores y otras cosas voluminosas, pero el resto se va con los demás desechos”. Agrega que en el basurero los únicos que reciclan en parte los dispositivos son los pepenadores. “Ellos le sacan solamente los metales con los que pueden recabar algo”. El resto, afirma, termina en el vertedero.
El problema no es únicamente que se vayan algunos de estos desechos en los rellenos. Como explica Consuelo Correa, técnico especialista ambiental de la Secretaría de Medio Ambiente para el Desarrollo Sustentable (SEMADES), “si hay un contaminante en el camión recolector, toda su carga de 7 toneladas se convierte en residuo peligroso, y se tendría que tratar de forma especial”.
La bióloga explica que en cuanto a los desperdicios electrónicos existen dos puntos de generación: los de posproducción y los de posconsumo. Ambos pueden contener materiales peligrosos, que son de competencia federal, en este caso de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), y otros que se pueden reciclar, clasificados como residuos de manejo especial, que le competen a SEMADES .
En el caso de los residuos de posproducción, desecharlos siguiendo las normativas de dichas dependencias es responsabilidad de los mismos productores. La entrevistada declara que solamente el 70 por ciento de ellos en el estado de Jalisco, donde hay un número elevado de maquilas electrónicas, cumplen con la ley y entregan sus desechos a empresas certificadas para su manejo y valorización.
Sin embargo, la situación de emergencia concierne el tratamiento de los desechos de posconsumo, que es menos reglamentado y menos vigilado. “Los desperdicios que generamos en nuestras casas habitación se consideran residuos sólidos urbanos, y entre ellos van todos los electrónicos”, para los que las autoridades municipales tienen que establecer planes de manejo de residuos peligrosos de microgeneración.
En la actualidad ningún ayuntamiento en la entidad cuenta con estos planes registrados ante SEMADES y SEMARNAT, a pesar de que la Ley General de Gestión Integral de Residuos, que contempla también el tratamiento de los desperdicios electrónicos, entró en vigor en Jalisco en 2007.
La falta de planeación, por parte de las autoridades municipales y de coordinación con los otros niveles de gobierno, propicia el surgimiento de centros de acopio clandestinos y de un mercado abusivo de aparatos reciclados. “Es lo que tenemos que solucionar, regularizar muchísimos centros que hay dedicados al acopio de materiales electrónicos, así como las fases de su reciclaje y valorización”, reconoce Correa.

Proyectos aislados o en pañales
Nadya Selene Alencastro Larios, directora de Prevención y Control Ambiental, del Ayuntamiento de Guadalajara, admite que en el manejo de los residuos, y en particular los peligrosos, “estamos empezando desde cero”. Lo único que dejó la administración pasada son unos recolectores de pilas en los espectaculares luminosos de algunas paradas de camiones, que, añade, “se estaban manejando con una empresa que no sabemos todavía bien si tenía las autorizaciones”.
Al respecto, Consuelo Correa, técnico especialista ambiental de SEMADES, dice que el proyecto no se registró ni en SEMADES ni en SEMARNAT. “No sabemos siquiera dónde y cuántos haya en la ciudad”. Muchos de ellos están hoy olvidados y llenos de pilas, como se pudo constatar en un recorrido por las avenidas Patria, Américas y Mariano Otero.
Incluso si las nuevas pilas alcalinas no se consideran como residuos peligrosos, la bióloga explica que en México el 50 por ciento de ellas son piratas, las que contienen contaminantes como el mercurio. Alencastro Larios dice que la administración actual está tramitando por lo pronto ante la Secretaría del Medios Ambiente y Recursos Naturales un plan para su manejo. “Estamos contratando una empresa privada”, agrega, “porque nosotros no tenemos las autorizaciones para almacenarlas”.
De hecho, como confirma Martín ílvaro Gaitán Sandoval, jefe del Departamento de Manejo de Contaminantes de SEMARNAT, ningún gobierno municipal de Jalisco solicitó a su dependencia permisos para el tratamiento de residuos especiales o peligrosos, “solamente se los otorgamos a particulares y a SEMADES”.
Esta dependencia estatal llevó a cabo (entre diciembre de 2008 y febrero de 2009) una campaña para la recolección de dispositivos electrónicos, instalando contenedores en diferentes lugares de la ZMG. Como explica Correa, “quedó permanente un centro de acopio aquí en nuestras instalaciones”; sin embargo, muy poca gente lo sabe, ya que si durante la campaña se lograron recolectar 40 toneladas, desde que se terminó y hasta la fecha se acopiaron solamente seis toneladas.
Además, como reconoce la bióloga, los contenedores que se emplearon no son de alta seguridad, por lo que hubo saqueo: “Hace falta un poquito de planeación y que seamos más responsables los que estemos a cargo de los centros de acopio”. Sofía Chávez, directora del Proyecto Ecovía, acerca de esta iniciativa dice que “fue un verdadero desastre, se juntaron varias toneladas, pero muchos no eran materiales que tenían que estar allí, como llantas por ejemplo”.
Chávez, con su asociación civil desde hace cinco años, administra y atiende centros de acopios donde se manejan residuos de posconsumo, y se dirigió al ayuntamiento para que “estos proyectos que vienen de la experiencia ciudadana, se conviertan en proyectos de gobierno, porque sin su apoyo no podemos hacer mucho, en particular con los desechos electrónicos”.
Este acercamiento se concretó en “Reciclón”, un maratón de recolección de aparatos electrónicos que se llevará a cabo en colaboración con el Ayuntamiento el 25 y 26 de junio, en el Parque Agua Azul el primer día, y en el estadio Jalisco y el bosque Los Colomos, el segundo. Se pretende que este evento sea un punto de arranque, para luego crear centros de acopios permanentes con infraestructura para residuos electrónicos, explica Chávez, aun si todavía no se tienen las autorizaciones correspondientes.
Este tipo de iniciativas, agrega, son importantes, ya que el manejo de los residuos de posconsumo ha sido olvidado, y en general existen muy pocas empresas que los reciclan, porque “es una labor hormiga y tiene altos costos logísticos y de transporte”. Por lo que, concluye, en México el porcentaje de estos desechos electrónicos que se recicla es ínfimo.

Riesgo ambiental y de salud
Roberto Cárdenas, jefe del Departamento de electrónica del CUCEI, explica que hay que considerar “que la basura electrónica tiene cada vez menos utilidad en el reciclaje, la electrónica se volvió más desechable, por lo que el usuario continuamente se deshace de ella y la tira en la basura”. Añade que “tanto celulares como computadoras tienen muy poco metal, que es lo que le interesa a los recicladores, pero sus sistemas electrónicos contienen silicio, cromo, cadmio y mercurio, que son muy contaminantes y a nadie le interesa reciclarlos”.
Inclusive, según comenta María Olivia Peña Ortiz, profesora investigadora del Departamento de Química del CUCEI, “no hay un manejo especial ni un confinamiento controlados para los residuos peligrosos que no se pueden reciclar, solamente existe uno en la república que cumple con la legislación”. Además en México nadie recicla los residuos de manejo especial porque es muy costoso. Agrega: “Las únicas que lo hacen son empresas trasnacionales”.
“La ley general de manejo de los residuos indica la corresponsabilidad tanto del productor, como del que usa y del que desecha un producto, hace falta un programa donde intervinieran en su manejo el sector privado, el público y organismos gubernamentales, pero aquí en Jalisco no hay mucha disposición para solucionar esta problemática”, explica.
El riesgo, afirma, es que “si los metales pesados que se encuentran en los aparatos se depositan sobre el suelo con la basura normal, se van con los lixiviados, se infiltran en el subsuelo y contaminan a los mantos acuíferos”. Luego, amplía, “todas las corrientes de agua, aunque sean subterráneas, pueden encontrar una vía para un lugar en el que el hombre va a disponer de ella o se deposita en cultivos, y por ende los contaminantes se acumulan en el organismo humano”.
Explica que existen estudios, que en México no se realizan porque son demasiado caros, “que muestran cómo plomo, cadmio y mercurio afectan al sistema nerviosos central y de acuerdo a la concentración pueden generar hasta cáncer”.
Estos riesgos son reales en nuestra entidad. Además de un mercado irregular de desechos electrónicos y la existencia de basureros clandestinos, los mismos rellenos sanitarios no cumplen totalmente con la Norma Oficial 083, admite Consuelo Correa. Las fallas se deben justamente a que la cantidad de lixiviados que se generan rebasa la capacidad de los contenedores provocando su infiltración en el subsuelo, donde, como explica Peña Ortiz, se llevan a contaminantes y sustancias tóxicas.

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