La academia comienza con el diálogo

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Hay personas que nunca se extravían, porque nunca se ponen en camino.

Goethe

Creo, y si me equivoco háganmelo saber, que nadie piensa si no es a partir de lo que otros pensaron. Contexto en el que asume un rol preponderante el diálogo, como intercambio de opiniones y de ideas. Mientras hablamos, evitamos matarnos; esta es una excelsa calidad del lenguaje, que nos ayuda a desarrollar la tolerancia, la comprensión y la alteridad tan necesarias. Además, nadie pertenece a una comunidad si no es reconocido por ésta. Es más fácil integrar a aquel que se parece a todo el mundo, que aquel que es diferente; al idéntico que al otro.

Aprender a dialogar es uno de los pilares fundamentales del desarrollo de la personalidad moral y de la preparación para la vida ciudadana, autónoma, consciente y libre. El encuentro pasa por el diálogo: diálogo significa construcción social, contrato, civilidad moral.

Lamentablemente, en infinidad de ocasiones las personas nos atravesamos, no nos encontramos, porque aquel que delira es incapaz de un encuentro; en lugar del otro, encuentra su propio delirio. Porque no todo intercambio de opiniones es diálogo, ni tampoco todo diálogo sirve a los efectos de la formación ética. Es el diálogo argumentativo el que ayuda a esclarecer la racionalidad de las posiciones que están en juego. Ello implica saber escuchar, expresarse, sostener una posición y justificarla, aceptar la divergencia de ideas, poder evaluar las razones propias y las ajenas. En esto consiste la argumentación.

Una de las competencias fundamentales que se pretenden desarrollar en las preparatorias es el pensamiento crítico, y queremos que cada estudiante se convierta en sujeto de sus propósitos y sea capaz de planificar su conducta de acuerdo a puntos de vista propios.

Es decir: diálogo y apertura emocional en la construcción de la personalidad moral y la crítica, como tematización de problemas, como uso recto de los instrumentos morales y como aplicación y reformulación de pautas de valor basadas en la distinta aplicación de unos medios y dinámicas comunes: el diálogo y el impulso emotivo que otorga la sensibilidad.

El dialogo y la sensibilidad, factores ambos que son el nervio de los procesos de construcción crítica de la personalidad. La crítica es una capacidad intersubjetiva. Nunca se es crítico solo, sino que se logra serlo con la ayuda de los demás: dialogando con ellos, debatiendo, conversando, confrontando posturas, concepciones, visiones del mundo.

En fin, es fundamental la existencia de sujetos hablantes que dialogan para llegar a acuerdos basados en razones sobre las pretensiones de validez de sus argumentos. Ello nos permite saber que se puede llegar a conocer y profundizar situaciones. Conocer realidades. Lograr acuerdos sobre pretensiones o corregir nuestros actos o motivos es fundamental en las academias.

El pensamiento consiste en poner en el centro el diálogo. Por lo tanto, en el proceso enseñanza-aprendizaje nos interesa favorecer un estilo de razonamiento e impulsar el pensamiento crítico y creativo; respetar la motivación y los intereses de los alumnos; fomentar una visión de conjunto y desarrollar empatía, sin ignorar el contexto.

Un contexto donde se establezca un diálogo, se constituya una comunidad indagatoria. Un espacio democrático en el aula, donde no haya el monopolio de la palabra. Una comunidad de reflexión grupal, espacio de autocorrección, donde nadie conoce la respuesta. Un lugar intelectualmente seguro, donde se pueda dar la alegría y las personas se escuchen, cuiden y reconozcan al otro.

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