La FIL en mi cabeza

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Leyendo se conoce el mundo.

Mario Benedetti

Se dice que un libro siempre nos lleva a otro. Lo bueno de un libro es que se lea, se comente, se analice, se reflexione y de ahí surjan preguntas e interrogantes. La lectura es un punto de partida para comunicarse con quien lo escribe y que nos permite conversar, pensar, imaginar, sentir más allá de nuestra cotidianeidad. El libro es un anhelo, una indagación por entender y descifrar el universo y los misterios, una invitación a que demos un salto cuántico para ver el sueño de ensanchar el conocimiento.

En este contexto, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) es el espacio que desde hace más de tres décadas nos permite escuchar e intercambiar experiencias con los grandes poetas, ensayistas, novelistas y todos aquellos intelectuales que se dedican a la investigación y la creatividad.

La edición 32 de la FIL será del sábado 24 del presente al domingo 2 de diciembre, y es, sin duda, el más importante acontecimiento cultural del país; es el acceso a la cultura y un espacio abierto al conocimiento y la imaginación.

Hace una década, especialistas en la Feria del Libro de Fráncfort, una de las mayores actividades culturales del mundo, dijeron que el ebook vencería el soporte físico, que el libro digital le ganaría al papel en 10 años. Sin embargo, según cifras, el ebook no ha superado el 10 por ciento del mercado en Europa.

“El ebook es un producto estúpido; es lo mismo que un libro impreso, pero electrónico, no es para nada creativo, el ebook no ha mejorado la experiencia lectora, no ha aportado más allá de la compra inmediata, que es más barato y que llevas muchos libros en un mínimo espacio”, dijo alguna vez Carmen Ospina, directora de marketing y desarrollo de negocio de Perguin Random House Grupo Editorial.

Se equivocaron. El futuro ya está aquí y la profecía no se ha cumplido. Ni de lejos. Lo demuestra nuestra Universidad de Guadalajara con gran organización y cuidado en esta gran feria que tiene en esta ocasión a Portugal como país invitado. Un lugar de convivencia, espacio incluyente que hay que ver, palpar, sentir y recorrer sus numerosos pasillos; escuchar a poetas, cronistas, ensayistas, novelistas, dramaturgos, politólogos, cuentacuentos…

Me gustaría para este tiempo de la gran fiesta de nuestra Universidad, que se regalaran libros, aunque sea uno. Es obsequiar el privilegio de entrar con permiso en el íntimo espacio de la mente de otro que lo dejó escrito para siempre, y viajar por sus miedos, temores, sus ideas, sus nostalgias, sus anhelos, su vida volcada, vivida o soñada, para que la vivamos, la soñemos, la viajemos, en casa, en el jardín, en cama, en nuestras manos.

En suma, leer marca la diferencia. Hay que leer para abrir la mente y el corazón. El escritor Nabokov decía que lo que uno busca en un libro es un estremecimiento en la espina dorsal. La literatura nos abre las puertas de un mundo más ancho de lo que uno jamás puede imaginar.

La escritora María Hesse menciona: “Las mujeres que leen son peligrosas. Son valientes, y eso las convierte en peligrosas. El que está en situación de poder no quiere perder sus privilegios, y estas mujeres hacen temblar sus tronos”.

En fin, como escribió Frank Kafka: “Lo que no sea literatura me fastidia y me provoca odio”.

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