Jael Cabiedes

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    Los camellos: me acostaba tarde porque mi mamá andaba de novia. Se divorció de mi papá y se iba como a las 10 con el novio. A esas horas me ponía a dibujar a escondidas en su recámara. Ya que llegaba, me hacía la dormida y le dejaba el dibujo a la vista. Una vez hice unos camellos y llegó a la casa un hermano de mi papá. Los vio y le encantaron. Me empezó a dar clases de dibujo, óleo, pastel. Fue quien me incursionó en la pintura.
    Deliberación: la primera escuela que tuve fue la de mi tío. Después la de un amigo de mi mamá. Cuando estaba en cuarto semestre de preparatoria, decidí ser pintora.
    Ingresé a la Escuela de Artes Visuales: pero me salí al año. El programa de la UdeG está muy bien. Me encantó. Si lo llevaran a cabo como debe ser, todos saldríamos maestros, no artistas. La enseñanza es muy teórica. Decidí dejarlo. Además, no creas que me gustaba mucho el relajo. Suena raro, pero yo quería ir a estudiar.
    Luego entré al Cedart “José Clemente Orozco”: duré dos años y me salí. En ese tiempo era ayudante de Juan Carlos Manjárrez. Él me enseñó todo lo que tenía que saber de pintura: el aspecto técnico, mercadotecnia, ventas, relaciones públicas. Estuve un año con él. Después de eso me puse a vender en la glorieta Chapalita, como a los 21 años.
    En la glorieta: solo vendo cuadros comerciales. Llamo piezas comerciales a lo decorativo, con colores planos, no muy técnicos, y que están de moda. Hago cuadros abstractos que en realidad no dicen nada. Solo se ven bien. Pero los recursos que saco de ahí me permiten financiar los gastos de mi obra.
    Es muy fácil: vender lo comercial. Me he dado cuenta que en Guadalajara la gente no tiene mucha cultura. Compra lo que le va bien a la alfombra y el sillón. Eso es feo. Me pongo en la glorieta y me siento. Lo más vendido son frutas y manzanotas, sosotas, así. Dicen que compran porque les queda con la decoración. O sea, no lo hacen a modo de inversión, así que el trabajo decorativo es fácil sacarlo.
    La primera escuela del pintor: es el realismo. Elegí los desnudos. Me parece más artístico. Mis dos hermanos, Daniel y Priscila, son levantadores de pesas. Tienen un cuerpazo. Ellos me modelan. Mi hermano es muy blanco y mi hermana muy morena. Son muestras interesantes de la figura humana.
    Todo el cuerpo humano me agrada: aunque no busco exhibir todo, porque no quiero encaminarme hacia un arte erótico, sino estético. Si me dirijo a lo estético, pinto la espalda, las nalgas, las piernas; otras partes no, porque serían cuadros vulgares. El desnudo estético es una pintura que no ofende ni arremete contra nadie. Es bello.
    Las obras de desnudo: las elaboro en blanco y negro. Con color no me gusta. Me parece naco. Es como imprimir una copia. Ya en el fondo puedo poner color, pero para la piel prefiero el blanco y negro. Se me hace corriente usar colores en el desnudo.
    Antes de pintar: me tengo que bañar para despertarme. Pongo música clásica. Tomo café y después un refresco de cola. La gente piensa que uno se sienta y le llega la inspiración, pero en estos niveles, si te quieres poner trucha en lo que haces, tienes que darle. No puedes esperar a las musas. Desde niña, hasta la fecha, no sé qué es la inspiración. Dicen que la gente se sienta y ¡aaahh! llega una luz… No es cierto. En realidad es tu disposición a hacer las cosas. Trabajas o trabajas.

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