Indiferencia depravada

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    Hay sucesos que tienen terribles consecuencias pero se desarrollan muy lejos de mi terruño, y que no dependen directamente de mi activismo, o bien, de mi inercia. Por ejemplo, el genocidio que lleva a cabo Israel sobre Palestina. Igualmente, los inmisericordes bombardeos encabezados por los padrinos de la libertad y sus aliados sobre Siria e Iraq. El desorden sociopolítico que se presenta en Ucrania, Egipto y Libia.
    Sin embargo, urgentemente necesitamos visualizar y ocuparnos por el continente olvidado por los siglos de los siglos. El estimado continente africano. Sí, el mismo de donde el mundo se ha surtido miserablemente de recursos humanos, naturales y minerales. Además, también es flagelado por agentes invisibles: los virus. La reactividad al VIH es mayoritaria en la población económicamente activa de varios países. Otro enemigo invisible que los impacta, el virus del Ébola que se reconoce como el más letal de todos los microorganismos existentes. Las expectativas epidemiológicas recientemente referidas por la propia OMS deben ponernos a temblar al mundo entero. Ahora dicen que a principios del año las cifras esperadas pueden alcanzar un millón de infectados.
    Entonces, como no hay ni vacunas ni tratamientos experimentales disponibles para que se minimice y controle el impacto, ese millón de hermanos africanos están condenados a morir irremediablemente porque sus gobiernos no pueden pagar por tales productos biológicos. No se le puede ni debe llamar de ninguna otra forma amortiguante. Vergonzosamente, es una verdadera indiferencia depravada. Ignominia degradativa para el humanismo.

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