Ignasi Millet

1028

Es el protagonista del más reciente documental del cineasta catalán Ventura Pons Ignasi M.; como persona, es un padre homosexual, artista, museólogo y deportista que busca, al decir en voz alta su verdad, sentirse más libre y confiado: “Una historia como la mía, también ocurre en Canadá, México, Sudáfrica o cualquier sitio”.

Menos superfluo, más real
Ventura y yo somos muy buenos amigos desde hace 28 años. Un buen día él está viendo un documental en un cine de Barcelona —una de esas cosas americanas medio superfluas—, y su cabeza empezó a imaginar qué podría contar él que fuera un drama, pero más real, sobre lo que nosotros los europeos podemos vivir. Entonces se le ocurre que podría hacer una película sobre mí, porque —según me dijo— le parecía que la forma en cómo yo llevo mi vida es muy optimista. Es un documental en el que Ventura ha hecho de notario, dándole estructura y cuerpo a lo que voy explicando. Así que trabajar con un director de su talla, con una trayectoria de 48 años, para mí es un halago.

Soy muchas cosas
¿Cuáles son las peculiaridades que Ventura vio en mi vida? Eso me pregunto yo. Soy una persona que me definiría como un personaje poliédrico y de retos. Yo siempre había sabido que era homosexual, desde muy pequeño, pero quería ser padre así que supe que siendo gay no podría. Esto fue un reto. Encontré a la mujer con quien, teniendo una sexualidad más o menos abierta —que luego descubrió ser lesbiana— pudiera  tener unos hijos magníficos. Por otro lado, es que como soy intrépido, en cierto momento de mi vida bajé la guardia y me contagié del VIH. Entonces creí que me moriría de aquello, porque hace 20 años no había información clara, pero luego vi que se puede llevar bien. Creo que soy muchas cosas, por eso el documental escapa de lo que sería un personaje gay típico. Es un documental complejo y a mí me gusta ser así. La vida es muy corta para desperdiciarla en llantos.

Crisis cultural
La cultura ha sido una de las grandes perjudicadas con la crisis en España. Yo tenía una empresa de 20 trabajadores del sector cultural que montábamos exposiciones para museos, pero luego los bancos nos montaron un buen cirio porque retiraron los créditos y el gobierno se demoró muchísimo en sus pagos —porque estaban en situación casi de quiebra—, y por eso las ventas fueron bajando. Éstos son elementos como para que tú tengas que cerrar un negocio que te ha costado toda tu vida levantar. En el documental aparece esto y también el intento de suicidio de mi padre durante una crisis laboral. Luego mi hijo me dice que es evangelista y que yo me quemaré en el infierno; me aparece un herpes zóster —que es una enfermedad que viene y se potencia con los nervios— y tengo una enfermedad en la espalda, dos hernias discales, que me dan un dolor que tengo que tratar con morfina. Cuando comprendí que si me estaba en la cama tumbado quejándome sobre lo que me dolía no iba a lograr mucho, decidí hacer mi vida normal porque el dolor seguía siendo el mismo. Quiero tener calidad de vida, porque ya que tomo 28 pastillas al día, ¡por lo menos que me permitan ser yo, estar vivo, sentir la vida!  En el documental trato de decir en voz alta ciertas cosas que me liberan, constatar que la verdad nos hace libres. Si esto me ha ayudado a mí, podrá a la vez ayudar a mucha gente que en alguna de las muchas esquinas de la película se podrá ver identificada con alguno de los problemas.

 

Artículo anteriorSebastián del Amo
Artículo siguiente¿Y tu ecosistema?