Huicholes en defensa de Wirikuta

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A las tres de la tarde del viernes antepasado, finalmente todo parecía listo para dar a conocer las conclusiones de dos días de reunión entre las autoridades de las comunidades wixárika de los tres estados. El polvo y el sol envolvían la agrupación de los líderes, cuyas caras morenas lucían cansadas, preocupadas, pero resolutas. El objetivo de la junta era de vital importancia para ellos: en juego está la destrucción de su más importante sitio sagrado: Wirikuta.
Sin embargo, nada se movía. Solamente el viento mecía las ramas quemadas de algunos mezquites, que con unos enormes nopales ofrecían una sombra raquítica a los presentes. El campamento montado en el terreno del CUNorte, en Colotlán, constituía un escenario cónsono al evento; los huicholes lo prefirieron a las paredes impersonales y ajenas del auditorio.
A medida de que los minutos pasaban –minutos de silencio pesado, larguísimos–, la espera se hacía más incómoda, embarazosa. Las autoridades del Centro Universitario y la poca prensa presente esperaban a que se leyera el pronunciamiento. De repente un murmullo empezó a serpentear entre los indígenas: no vamos a leer nada.
Una de las cosas que uno aprende cuando escribe sobre temáticas concernientes a la vida de los pueblos indígenas, es a respetar sus tiempos. A acercarse de puntillas, a pedir permiso para asistir a sus reuniones, a no asombrarse ante la impasibilidad de su postura.
Es, ante todo, un trabajo antropológico, rayano a la hermenéutica: “Nosotros los huicholes somos bien chistosos a veces. Yo no entiendo cómo le hagan ustedes para entendernos cuando nos entrevistan”, dijo, después de la reunión, el secretario de la Unión de los Centros ceremoniales de los tres estados, Felipe Cerio Chino, frunciendo el ceño.
Él fungió de representante, ya que no se eligió en la asamblea a un vocero oficial. Al rector del CUNorte, Alberto Becerra, no le quedó más que reiterar el compromiso de la Universidad de Guadalajara con las acciones que emprendan las comunidades, y el apoyo en materia educativa que esta institución está brindando a los indígenas, a través de convenios con casi todas las comunidades de los estados de Jalisco, Nayarit y Durango.
Después de la reunión, que terminó casi a la cinco de la tarde, Cerio dijo que “su objetivo general fue reforzar la defensa del sitio sagrado de Wirikuta; la postura de las autoridades tradicionales de las comunidades de Santa Catarina, San Andrés, San Sebastián, Tuxpan de Bolaños y Guadalupe Ocotán es que no vamos a retroceder, no vamos a dar un paso atrás”.
Sobre el hermetismo que caracterizó esta asamblea, realizada a puertas cerradas, sin la participación de ONG’s y dependencias gubernamentales, comentó que “se quería llevar a cabo un diálogo abierto, de confianza, entre todas las comunidades hermanas del pueblo wixárika, sin gente ajena”.
Aunque el pronunciamiento no se dio a conocer, el indígena adelantó que su contenido reafirma el “No a la explotación minera de First Majestic en Real de Catorce, en específico en el Cerro del Quemado, y en él se adelanta también la información que va a dar la Unión Wixárika en la próxima reunión interestatal que se llevará a cabo el 19 y 20 de febrero en la localidad de El Saucito Peyotán, Nayarit”.
En esa reunión, que sí estará abierta a organizaciones externas, anunciarán las acciones que pretenden implementar los huicholes para enfrentar al desarrollo minero de la empresa canadiense, que cuenta con 22 concesiones de explotación sobre el territorio. La afectación abarcaría más de seis mil hectáreas, contaminando ríos, destruyendo la fauna y la flora del lugar, e incluso importantes sitios sagrados para los wixaritaris.
“Si tumban el Cerro del Quemado, donde está el templo del padre Sol, nuestra deidad principal; si contaminan las aguas, si desaparece el peyote, prácticamente nosotros desaparecemos también como pueblo”, dijo al respecto Rodolfo Cosío Candelario, uno de los jicareros, suerte de guía espiritual de la comunidad de Tuapurie.
Al final el ambiente estaba más relajado. Por fin sirvieron la comida que, humeante, estaba lista desde hacía dos horas. Pero en cuanto salía el tema de la minera, las expresiones se tornaban serias, preocupadas: “Es una amenaza específica a nuestra cultura, nuestra historia, nuestra esencia. Quizás podemos hablar de un exterminio, del fin de nuestra cultura, de nuestras creencias”.
Por eso, como agregó Felipe Cerio, “estamos dolidos, tristes, preocupados. Nos estamos enfrentando con una empresa de las más fuertes a nivel mundial. En este sentido nos sentimos nada, pero estamos conscientes de nuestra fuerza como pueblo”.
Y también de sus fuerzas ancestrales: “haremos ceremonias, para hacer un reconocimiento espiritual en nuestro sitio sagrado, porque creemos en las deidades de Wirikuta”, lo que constituye una ulterior demostración de la confianza que tienen en sus propios medios.
El CUNorte ha logrado algo nada sencillo: reunir a todas las autoridades wixárika fuera de su territorio, las que manifestaron claramente que en sus cuestiones son ellas las que deciden las formas y los tiempos para actuar. A pesar de que todos esperaban que se tomaran acciones concretas: “No vamos a tomar acciones”, concluyó Serio. “Ya las estamos tomando. El pueblo wixárika siempre está en acción para defender su cultura y sus sitios sagrados”.

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