Globalizar la mano de obra

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    Vivimos un mundo “virtual”. La virtualidad se ha inmiscuido en nuestras vidas silenciosamente; manejamos dinero virtual a través de una tarjeta de crédito, mantenemos contacto virtual a través de internet, con gente que vive en otros países y a la que probablemente nunca estrecharemos la mano y además, gracias a ciertos programas de computación como “Second life”, podemos incluso, “vivir” otra vida virtual.
    Asistimos a una era en la que los capitales se desplazan de una manera muy rápida entre un país y otro. Gracias a la innovación tecnológica, los dueños de los capitales pueden mover sus dineros con mucha facilidad de un lugar a otro, por lo tanto no es de extrañar que ahora sean las fuentes de empleo las que se muevan con relativa facilidad.
    Dueños de marcas poderosas buscan países “a modo” que les garanticen mano de obra muy barata, exenciones fiscales, y nulos problemas de sindicatos o uniones de trabajadores, para de este modo, aumentar sus ganancias. A manera de ejemplo, mientras que por una hora de mano de obra en un país desarrollado como Alemania o Estados Unidos se paga un promedio de entre 10 y 18 dólares por hora, en un país emergente, esta mano de obra se “paga” en tan sólo 87 centavos de cada dólar, por tal motivo no es de extrañar que estos empresarios busquen cada vez más a estos países para asentar sus fábricas “golondrinas”.
    ¿Es esta la globalización que nos conviene? ¿Es este el modelo de “desarrollo” al que podemos aspirar los habitantes de países subdesarrollados como México?

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