Ganadores Concurso Cinechoro

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El primer Concurso Cinechoro 2005, tuvo una excelente respuesta de los fieles lectores. Tomar la decisión de quiénes serían los dos ganadores (por igual) fue harto complicada, pero acá su carnal y la editora de este semanario finalmente, y tras una exhaustiva deliberación, llegamos a un fallo. Agradezco y felicito a todos los participantes. En serio, fue muy difícil decidir, pero como siempre pasa había que hacerlo. Este experimento sin duda ha sido exitoso. Prometo repetirlo el año que viene de una manera más formal y menos improvisada. A continuación los dos cinechoreros ganadores, quienes además de la publicación recibirán boletos para el Cineforo que tendrán que pasar a recoger en la redacción de Gaceta Universitaria (Edificio Administrativo de la UDG). ¡Felicidades!

¿Cómo se dibuja una gran historia de amor?

Nina Pascal
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¿Quién diantres, como diría mi madre y para no decirlo tan feo, es el ocioso(a) sin quehacer, que en complicidad con nuestras necesidades mas profundas e inconscientes, mismas que nos acercan a lugares y momentos nunca imaginados, dibuja los círculos que encierran las mas hermosas y desgarradoras historias de amor? Porque el amor se goza pero ¡haaaaay! como duele, y bien canijo. Cuando es de esos amores que nacen en el primer momento en que dos almas se miran a los ojos y encuentran el maravilloso espejo que, inmediatamente, les devuelve la viva imagen de sí mismas en la mirada del otro(a), una sensación escalofriante se desborda mas allá de la estrecha razón humana. Porque responde al gran misterio de la vida que se encarga de convertir esos dos caminos paralelos en uno sólo, y de bifurcarlos, con ayuda del miedo que se siente ante la aterradora idea de amar hasta que duela, casi de la misma forma en que se encontraron, dejando en sus corazones, bien grandes y bien rojos, la inagotable nostalgia para seguirse extrañando, amando y buscando en las extrañas casualidades de la vida. Soñando sólo con cerrar ese círculo abierto. Buscándolo en los rincones mas fríos y apartados del planeta, donde el único calor que pareciera existir es el de dos corazones que buscan el ansiado momento en que la caprichosa casualidad vuelva a unirlos ¡Auuuch!

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Los amantes del círculo polar, película española estrenada en el verano de 1998, del director vasco Julio Medem, también director de La ardilla roja, Vacas y posteriormente Lucía y el sexo, nos muestra una mágica y trágica historia entre dos amantes que se encuentran por obra y gracia de la mentada casualidad, que en complicidad con el azar, abrirá la historia de un gran amor compartido clandestinamente. Porque en algún punto de este cuento, ya escrito por alguien de antemano, estas almas tenían que encontrarse para reconocerse desde niños y unirse como hermanos por circunstancias mas allá de ellos mismos. Historia conmovedora contada desde las profundas y desgarradoras voces en off de sus protagonistas. Dos puntos de vista diferentes: masculino y femenino, él y ella, Ana y Otto, seres tan parecidos como sus nombres capicúa, que pueden apreciarse igual, desde el principio o desde el final ¿Casualidad? Tal vez ¿Destino? ¡Ay amor!, quien sabe. Película, en mi franca opinión, originalmente bien contada, con una narrativa gráfica maravillosa y clara, con un soundtrack soberbio que le da mayor intensidad al asunto, nos cuenta esta historia de amor que se va encerrando en un círculo con sabor y color a melancolía y superstición. Con justas pinceladas de atinado humor. Con abruptos pero inteligentes saltos hacia adelante y atrás en la historia, entrelazándola con otras historias sorprendentes que giran en torno a Ana y Otto, como si todo lo que los rodeara, en cualquier parte de la línea circular del tiempo, estuviera puesto ahí, justo para que ellos dos se conocieran tal cual como lo hicieron

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Esta cinta nos va llevando, de principio a fin, por su interesante narrativa curva que cierra de manera magistral un perfecto círculo de amor eterno. Premios Goya al mejor montaje para Iván Aledo y a la mejor música original para Alberto Iglesias (1999). Muchos actores para distintos momentos de la vida de estos personajes y sus acompañantes. Unos buenos, otros mejores. Unos niños, otros adolescentes, otros mas grandes y viejos. Mujeres, hombres, niños y niñas. Esta honda concepción de la historia (que lleva, implícitamente, aspectos de la vida de Medem, según dicen) llevó al director a vivir una profunda angustia existencial. Y es de creerse, pues la historia cala hasta los huesos de cualquiera que presuma de tener un corazón sensible, ya que nos hace creer en la inagotable fuerza del destino y sus mas obscuros e inexplicables misterios… Y, ahora, que alguien me diga, que alguien me cuente, necesito, desesperadamente, saber ¿quién carajos dibuja todo esto? Porque, hay veces que me da por pensar, al igual que la testaruda Ana, que se trata de una mujer conocida como: La Gran -y Ociosa- Casualidad, añadiendo: Patrona de las Grandes Historias de Amor.

Mi novia es un bombón y yo un Le Chien

Alex Barrales
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Hace un par de días, sin tener nada que hacer, y ya aburrido de chatear con cuanta pubertafanaticadestarwars se encontraba en la sala de cine del latinchat, decidí apagar la computadora, miré a mi alrededor y sólo pude observar montones de ropa, libros, películas y discos regados por toda la habitación. Tomé lo primero que estaba al alcance de mi mano para cubrir tan devastadora visión. Resulto ser el periódico. Lo abrí tan rápido como pude. En realidad la página no importaba mucho, sólo quería engañarme por un momento y dejar de pensar que tarde o temprano tendría que ponerme a arreglar tal desorden… ¡Y allí estaba en cartelera!: El perro, una de las películas que me hizo falta de ver en el pasado Festival Internacional de Cine en Guadalajara. Sin pensarlo dos veces metí la mano a mi bolsillo y me di cuenta que andaba escaso de fondos. Me dirigí a casa de mi novia. Ya estando allí aproveché para hablarle un poco de los derechos de igualdad entre hombres y mujeres, argumentando con toda la labia posible que me parecía injusto que el hombre siempre pagara todo. Ella conociéndome como la palma de su mano y antes de que terminara mi discurso digno de los más altos mandatarios de la ONU me dijo: “¿Qué es lo que quieres enano? Con una sonrisa de oreja a oreja y unos ojillos pizpiretos le contesté: ¿Invítame al cine no?; es que no tengo ni un quinto. Aceptando a mis irresistibles encantos, nos dirigimos a casa de mi tía, a recoger mi moviemalometro… ¿A qué no saben que es eso? No se preocupen yo les explico.
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Las películas tienen mil cosas. Hoy el cine comercial explica todo desde el comienzo. Todo viene cada vez más masticado. Y una buena forma de saber que una película es mala es llevándose su moviemalometro al cine ¿Que cómo pueden conseguir uno? ¡Ja!, eso es fácil, miren. Pasos a seguir: 1) Se lleva a su hermanito, primito o sobrino de 6 a 10 años de edad, el primero que tenga a la mano; 2) Lo coloca enfrente de la pantallota de cine; 3) Le da unas palomitas chicas al maldito mocoso para que se entretenga un rato y deje de golpear el asiento del de enfrente; y 4) Se espera unos cuantos minutos, y si el chiquillo o chiquilla (“Sahagún” dijera el bigotón aquel) es capaz de adelantar cómo va a terminar la película apenas empieza, tons su moviemalometro le ha indicado que usted está viendo un bodrio de película. Cosa que no sucedió con El Perro, del director Carlos Sorín, profuso director argentino que salto a la fama con su primer y premiado largometraje La película del rey y posteriormente con Historias mínimas.

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En El Perro, Sorín explora la geografía humana a través de la historia de Juan Villegas, un hombre de 52 años, desempleado luego de haber entregado 20 años de su vida a la gasolinera que ahora lo despide. Sin poder encontrar un nuevo empleo, Villegas intenta vender cuchillos artesanales de su propia fabricación a obreros que apenas sobreviven con el mínimo. Después de varios intentos fallidos por sobrevivir en el subempleo tiene la suerte de recibir como regalo un perro; un imponente dogo con pedigree, musculoso, unas veces apacible y otras violento, con un nombre muy peculiar e irónico, Bombón Le Chien. El cineasta le da un toque humorístico al equiparar la tímida ingenuidad de su protagonista con el torpe desempeño de su perro, declarado un fracaso total, incomprendido como su nuevo amo y, como él, rechazado. Una buena fotografía, un guión interesante y unas actuaciones soberbias del no-actor Juan Villegas, un acomodador de autos que ha ganado premios por su participación en esta película. La movie realmente me pareció muy simple como la vida misma. Sorín parece querer decir: si eres bueno, te va a suceder algo bueno que te va a mejorar la vida. Pero yo me pregunto ¿es así de simple? Tendrán que verla y luego ya me comentarán si lo es. Mientras tanto me quedo a arreglar mi cuarto, en el cual parece estar naciendo vida…Ja.

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