Fernando Andonaegui

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    Contexto: durante tres años y medio estudié sociología. Tengo la carrera en stand b. Llegó un momento en que la sociología no me satisfizo por completo.
    Zoom al arte: fue incidental, fue una motivación que ya tenía, pero que la vine a desarrollar hasta que me llegó de lleno la decepción por la licenciatura. Entendí que de alguna forma el arte y sobre todo el arte conceptual, me abría la posibilidad de argumentar más y de manera más aguda que siendo o procurando entrar al circuito de investigadores nacionales del Conacyt. Por fin el arte me llevó a un nivel discursivo que no logré en la sociología.
    Individuales: dos: en 2001, instalación en la plaza González Arratia, Toluca, Estado de México; en 2003, Female dream, instalación, performance, en Haus der Kunst.
    Con más: en 2001, Proyecto independiente, Gravedad cero, en el Museo de Arte Mazatlán, Sinaloa; Café de lo otro, instalación, Mazatlán (2003); Café de la esquina, instalación, México, DF; Tecnológico de Monterrey, campus Guadalajara, instalación (2003); Salón de la hipermodernidad, Centro de Arte Moderno, Guadalajara, Jalisco (2004).
    3211: un tres, un dos, dos unos, es el nombre de la instalación exhibida en el Museo de las Artes. Instalación sonora consistente en 20 cilindros de base y superficie octagonal, soportados en 20 bocinas conectadas a un aparato de sonido que reproduce la pieza “Knee 4”, de la ópera en cuatro actos, Einstain on the beach, de Philip Glass.
    Segunda parte: El 3211 es un juego bohemio que jugaba con un amigo de la escuela, el que descubrimos por ahí. Es una especie de abstracción de una conversación, de una evolución cromática, especie de evolución musical. Invité a Fernando Palomar, un artista que admiro bastante, para que dialogara conmigo. Primero no entendía en qué consistía ese diálogo, hasta que empezamos a jugarlo, y bueno, el resultado está en el Museo de las Artes.
    Conclusión: la exposición es una invitación a que la gente llegue y piense: “esto yo lo pude haber hecho en un fin de semana”, que de alguna forma los lleve a repensar su cotidianeidad. A mí no me queda más que calificarme como un realizador de accidentes.
    Guadalajara: me parece un espacio cada vez más importante en el ámbito nacional para la manifestación de arte heterodoxo, del arte contemporáneo, a pesar de que en Guadalajara lo que más hay es pintura.
    El origen: lo que primero tenía en la cabeza fue la idea de los números y después la de la música. Comencé a visitar el Museo de las Artes, me gustó el lugar. Me di cuenta que en este espacio la heterodoxia se podía manifestar de lleno y comencé a imaginarme la instalación ahí. Para cuando me dieron fecha, ya estaba pensada para este lugar. Tengo que agradecer mucho a la museógrafa Alicia Lozano, que fungió como curadora, como intermediaria, incluso hasta de mamá un poco. Me ayudó bastante.
    Estoesloquees: a pesar de que los espacios para el arte se multiplican cada día, no es sencillo conseguirlos. Hay demasiados tapujos. Creo que existe una especie de élite que te determina como artista. Es algo que me resulta mezquino, pero que realmente sucede. Hay gente que te dice: tú sí puedes exponer, porque me gusta tu trabajo, y tú no, porque el otro día me caíste mal en el bar y tu trabajo me vale un comino.
    esconmayúscula: lo que realmente me preocupa no son los espacios del arte, sino el tiempo para el arte. No me interesa tanto si me van a otorgar una sala en el Cabañas o voy a exponer en el café de un cuate. Eso es intrascendente, aunque sí resulta preocupante, porque Jalisco se vuelve cada vez más importante: hay más artistas, más cosas que pueden ser interesantes.
    Lo que resta: el arte en general es una experimentación permanente. En esa medida no depende ni de los materiales, ni de las formas, sino de las ideas y de los conceptos. Yo trato de concretar ideas y conceptos a través de materiales. De alguna manera es como rescatar ideas cotidianas y proyectarlas en un espacio, una galería o museo.

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