Fanatismo futbolero

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    El futbol es una droga que idiotiza, hace olvidar la explotación, la miseria y el hambre. Es el deporte más importante por su promoción en los medios, la acumulación de capital, así como por su vinculación con el poder público y empresarial, como dice el sociólogo Pedro Echeverría. Todo lo anterior viene a cuento por lo que somos testigos cada cuatro años.

    En México como en la mayoría de los países latinos, se enloquece la afición, se olvida todo y el nacionalismo pasional nubla cualquier pensamiento. Quizá estos tumultos pasionales representen la oportunidad de expresar la única alegría colectiva. El pueblo mexicano vive de emociones; por eso en la historia antigua se habló del “pan y el circo” para tener entretenida y controlada a la población mientras las clases dominantes acumulaban riquezas.

    Así como hoy los mundiales de futbol movilizan millones de personas, en la antigüedad, para hacer que los esclavos produjeran más y evitar que se rebelaran, inventaban cualquier número de festividades en los momentos que el descontento se extendía más.

    Los emperadores romanos hicieron del martirio de hombres y mujeres una diversión. Cristianos y rebeldes de aquellos tiempos eran conducidos a los coliseos, donde las fieras se encargaban de destriparlos ante el asombro y la pesadumbre; luego el público irrumpía en aplausos o carcajadas cada vez que un hombre o mártir era devorado por los leones.

    Los medios de información se han encargado de ponerle un velo a las diferencias de clase para que éstas se escondan o no causen conflictos. Ya no es el circo de los gladiadores, sino el futbol, que de ser un maravilloso deporte, lo han convertido en un gran comercio que produce millones y millones de ganancias a grandes televisoras, y además de servir a los negocios privados, lo más importante es que sirve a un sistema de dominación que ha sido utilizado para enajenar y apaciguar.

    En México la enajenación es brutal, porque además es un negocio directo de las televisoras. El futbol es popular porque produce dinero. Se ha convertido en una inagotable fuente de ingresos de las compañías de televisión.

    El mexicano cómo no va a ser un fanático dispuesto a matar, si así lo ha hecho la TV, que sólo ha estado interesada en ganar dinero y no da otras alternativas que enriquezcan el pensamiento.

    El fanatismo futbolero, los festejos de triunfos, la idealización de los jugadores son manifestaciones de los sectores más humildes que con ello buscan identificarse en la colectividad. Entretanto son usados como fanáticos que pueden ser manipulados como le venga en gana.

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