Fama negra

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    La primera sala de la exposición en el museo es difícil de apreciar: las esquinas están cubiertas con lonas que anuncian la Mega Feria de Acapulco y la pieza principal se ha convertido en el fondo de una mesa con mantel negro, vacía. Pero se alcanzan a leer los elogios de algunos de sus amigos famosos.
    Burroughs: “La función del artista es evocar la experiencia del reconocimiento sorpresivo: mostrar al contemplador lo que sabe pero que no sabe que sabe. Helnwein es un maestro del reconocimiento sorpresivo”.
    Sean Penn: “Bueno, el mundo es una casa embrujada, y Helnwein es nuestro guía a través de ella. En su trabajo está dispuesto a asumir la tristeza, la ironía, la fealdad y la belleza. Pero no todo el trabajo de Gottfried está sobre el lienzo. Mucho de ello está en el modo en que se ha aproximado a la vida. Y no es necesario conocerle para saberlo. Al mirar sus pinturas se puede decir: ‘este tipo ha vivido’. No puedes sentarte en un armario y crear esto. Este nivel de trabajo se gana”.
    La última sala de la exposición en el museo nos lleva de vuelta a la relación de Helnwein con la fama, con la fama negra: una serie de retratos en fotografía de Marilyn Manson con el rostro pintado de formas distintas, y de los integrantes de Rammstein con máscaras de fierros que parecen máquinas de tortura. Con su rock pesado de fondo, para recordarnos que a Helnwein lo han influenciado tanto Goya como los cómics de la posguerra.

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