Esquirlas por swarovskis

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    Me preocupa la situación del país. Es preocupante, pero más preocupante es la actitud de sus habitantes.
    Cuando yo era niño coleccionaba tarjetas de beisbol. En aquel tiempo nunca recordaba el nombre de cada fragmento proyectado cuando explotaba una granada. Era algo complicado conseguir las cartas en Guadalajara. Me imagino que también conseguir una granada, y por 1996 era poco accesible el internet como para comprar en línea.
    Recuerdo que gasté miles de pesos en esas tarjetas que todavía guardo con mucho cariño, porque me traen buenos recuerdos. Lo importante de ser fanático coleccionista era estar al día (y no tan al día) de los números del jugador, tales como: porcentaje de bateo, errores cometidos, carreras impulsadas, etcétera, y en caso de ser un pítcher, otro tipo de datos cuantificables.
    Nombres de jugadores, equipo, lugar y fecha de nacimiento, también eran parte de la información que habría de ser bueno memorizar.
    He asistido a lugares como bares y “lugares de banda”, en donde pides un trago y convives con tus amigos de una manera normal, y entonces hace entrada en el lugar un “chaca” al que todos conocen, dicen conocer o quieren conocer (aunque él ignore quiénes son sus admiradores), en donde narran las hazañas de este tipo de gente, biografía, autos que conduce, lugares donde se presenta supuestamente escoltado por agentes federales, restaurantes que cierra, botellas de whisky caro que paga, ropa y demás artículos que ostenta, armas que mandó chapear en oro, propiedades que tiene a nombre de no sé quién, ah, y claro, acompañado siempre de mujeres voluptuosas.
    Toda una cantidad de datos parecidos a los que memorizaba en el beisbol, pero ahora todo bajo un supuesto: son iconos de la ilegalidad. Hemos creado ídolos de esos “chacas”. Tristemente así es. Me preocupa que hayan convertido en himnos sus narcocorridos.
    ¿Deberíamos ser más crudos en la educación?, ¿deberíamos decir a los jóvenes vulnerables que esas piedritas brillantes de sus playeras y sus gorras (ahora también en sus radios) pueden llegar a ser sustituidas por balas o esquirlas? Ahora les vendría bien el título de swarovskis de sangre o esquirlas en lugar de lágrimas.
    Hay una subcultura de aspiración hacia lo “chaca”.
    Me comentó en algún momento un conocido que venía de Culiacán, Sinaloa: “en Culiacán el que no es [chaca], quiere serlo”. Yo puedo hablar solo del contexto local, en Guadalajara: “Me preocupa la situación de mi ciudad” y “me preocupa la mentalidad de mi gente”.

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