Espacios para el conocimiento

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La democratización de la información es un desafío que se debe atender desde sus diferentes aristas y que se hace mayor ante el acelerado desarrollo de las tecnologías de la información, ya que a cada minuto se generan y concentran millones de datos en los sistemas ubicados por todo el planeta, por lo que tal cúmulo de información representa para el usuario una gama casi infinita de oportunidades para buscar, encontrar y procesar lo que necesita saber sobre cualquier tema o área del conocimiento. En este contexto, las bibliotecas son espacios abiertos al aprendizaje permanente, que le permiten a cualquier persona el acceso a distintas culturas, sin limitación de género, edad o capacidad, porque es en ellas donde se interrelacionan los saberes y el acceso libre y gratuito a todos los formatos en los que se encuentra acumulado y disponible el conocimiento.

El aprovechamiento de la tecnología ayuda a acercar la información a toda la población, pero el espacio físico de la biblioteca es insustituible, como un aliado para el desarrollo de actividades, sean de aprendizaje, escolares, de promoción cultural o simplemente de los intereses de aquellos que buscan el esparcimiento a través de un tema en particular; o para la iniciación y promoción de la lectura en el caso de niños, adolescentes y adultos.

En México el Sistema Nacional de Bibliotecas está integrado por 7 mil 454 bibliotecas públicas que cubren más del 90 por ciento del territorio en el país; de ellas 5 mil 766 se encuentran en centros escolares y 219 bibliotecas son especializadas. En total, existen 13 mil 439 bibliotecas, de acuerdo a la Secretaria de Cultura, si se incluyen todos los centros de información y documentación de las instituciones educativas. Aunque representa la mayor red en América Latina, cabe hacer una reflexión sobre las áreas de oportunidad en su operación.

Respecto a las bibliotecas escolares, se elaboró un diagnóstico en 2012, que identifica a las bibliotecas de educación básica con condiciones desiguales de desarrollo, respecto al personal responsable de atenderlas, al equipo, la infraestructura y los tipos de servicios que ofrecen. Las asimetrías se deben en gran medida a la situación socioeconómica del lugar donde se ubica cada centro escolar y la población que atiende; igualmente influye la concepción de los directores y maestros respecto a la función y uso de la biblioteca. Dicho estudio refiere que más de la mitad de las escuelas tienen un espacio destinado a la biblioteca escolar, aunque en general son pequeños e inadecuados y en este mismo sentido se ubica la existencia o carencia de equipo informático y conectividad disponible. 

En las bibliotecas públicas se enfrentan carencias en la actualización de sus colecciones, que se pretendió resolver mediante la estrategia de donaciones, entre 2013 y 2018, del material distribuido en la Red Nacional de Bibliotecas, poco más de 3.1 millones de materiales fueron adquiridos mediante compra y casi 1.6 millones por donación, con los problemas que ello genera para su catalogación y oferta al público. La falta de conectividad para acceder a las plataformas digitales, los espacios de la biblioteca destinados para otros fines, además de la rotación del personal (sobre todo ante los cambios de administración en los ayuntamientos), forman parte de los problemas a atender.

Es indispensable reconocer el papel que juegan las bibliotecas para democratizar el acceso a la información, su irreemplazable rol en la educación, y su potencialidad para ser un modelo de igualdad social, de inclusión y respeto a la diversidad. El pasado 24 de octubre se celebró el Día internacional de las bibliotecas, con ese motivo, los invito a reflexionar sobre su importancia y su necesaria revaloración para aprovechar los múltiples beneficios que brindan a la sociedad, así como atender los retos que enfrentan, para hacer de las bibliotecas un espacio de alegría y aprendizaje para sus usuarios.

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