Escultura universitaria

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A mediados de junio pasado, la gente del Ayuntamiento tapatío llegó hasta la escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Guadalajara para pegar su convocatoria en la que se invitaba a participar en la creación de “El jardín escultórico Bicentenario”; serían 10 proyectos seleccionados y cada uno recibiría 100 mil pesos para realizar la obra que se instalará en un lugar aún por definir.
De inmediato se corrió la voz en la escuela. Tanto alumnos como maestros realizaron sus maquetas y las registraron al concurso. Los trabajos del profesor Javier Malo y del estudiante del octavo semestre de la carrera de Artes Visuales, Ulises Sánchez, resultaron elegidos entre los ocho ganadores. La noticia la recibieron el 15 de septiembre.

¿Qué significó que su trabajo resultara ganador?
(Ulises) Fue una gran sorpresa. Me tocó la suerte. Es emocionante porque se trata de un monumento, de una obra pública. Es un proyecto que a toda persona involucrada en el negocio de la escultura le gustaría concretar.
(Javier) Tener una escultura pública es importante para la carrera de cualquier escultor. Lo que más me agrada es que los chavos de la escuela vean que sí se puede ganar. Eso es algo que en la Academia de Escultura, de la cual soy secretario, nos interesa mucho, que los chavos entren a concursos, expongan y muestren sus trabajos.

¿Por qué cree que ganó el proyecto?
(Ulises) Me dijeron que había muchos proyectos relacionados con diversos materiales y yo escogí la cantera, que es lo que actualmente me ha traído renombre (en 2008 gané el concurso de labrado de cantera de las Fiestas de Octubre y en el mismo certamen en 2009 obtuve una mención honorífica). Me dijeron que mi material es muy representativo de la zona y la gente se identifica mucho con mi diseño.
(Javier) Creo que por diseño y un poquito el concepto que traté de desarrollar.

¿En qué consiste el trabajo y cuál fue la inspiración?
(Ulises) Es como una síntesis. Hay un escudo nacional, en él un águila y unas nopaleras; el águila está a punto de emprender el vuelo y yo lo veo como el cierre de un ciclo y el comienzo de otro. Es como una especie de fe en un nuevo espíritu de lucha, que podría darse en la sociedad; ser un poco más honestos, más participativos en la toma de decisiones, etcétera.
(Javier) Mi trabajo es una escultura en acero. Se llama “Huellas de Identidad”. Traté de representar algo que nos diera identidad como mexicanos. Me gusta hacer pensar a la gente y por eso hago una estructura abstracta. Representar las huellas que dejan los disparos en los muros, el estallido y el rastro que deja cualquier persona; gente y cosas que a veces no quedan en los libros pero que fueron importantes en ese momento.

¿Cuenta con otra obra pública?
(Javier) Tenía una escultura en el Hospital Civil de Guadalajara, ahorita la movieron de lugar, no sé dónde quedó exactamente; era de una serie que se llamaba “Chamanes” y también les hice algunos bustos.

¿Se puede vivir del arte, en particular de la escultura?
(Ulises) Mucha gente cuestiona el hecho de producir obra comercial y si venderla te hace menos o más artista. Yo prefiero estar haciendo piezas comerciales y de ello obtener el recurso y hacer mis proyectos individuales.
(Javier) Sí se puede vivir del arte y hay gente que vive muy bien. Pero lo más importante de ser artista es que hagas lo que te gusta. Yo siempre se lo digo a mis alumnos. Y creo que es de las únicas carreras dentro de la Universidad a la que los chavos entran única y exclusivamente por gusto. Así me lo enseñaron grandes maestros que predican con el ejemplo como Dolores Ortiz, Estanislao Contreras y David Agredano.

Primera persona:
El profesor Javier Malo y el estudiante Ulises Sánchez, de la Escuela de Artes Plásticas de la UdeG, participarán con sus respectivas obras en “El jardín escultórico Bicentenario”. Las obras descansarán en algún predio ubicado donde se planeaba edificar la Villa Panamericana.

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