Las redes sociales han surgido como una plataforma para compartir lo que pensamos, imaginamos, queremos, vemos, escuchamos y sentimos. En la actualidad se han vuelto un recurso casi de primera necesidad; sin embargo, ¿qué sucede cuando su propósito es negativo?
Sabemos que YouTube es la principal plataforma para compartir videos. Éstos pueden ser familiares, comerciales, graciosos, musicales o incluso adelantos de películas, videojuegos y series.
Los videos graciosos muchas veces son los más conflictivos, ya que en ocasiones llegan a dañar la integridad de las personas, dejando de ser “graciosos”.
Un caso particular es la tradición de subir videos de peleas, muchos de los cuales son basados en actos de bullying.
Podemos satanizar a las personas que se pelean en el video y específicamente al agresor, pero ¿qué hacemos con el que lo subió? ¿Y el que lo grabó? ¿Y con los cientos de visitantes que llegan a generar tales videos?
Muchas preguntas y demasiada indiferencia. Lamentablemente el entretenimiento bizarro es la novedad de YouTube. Recordemos que hace pocos años en Estados Unidos subieron videos de asesinatos generados por racismo. ¿Es eso lo que queremos ver? No digo que todos lo veamos, pero ¿realmente hacemos algo cuando vemos un video de este tipo?
