Entre truhanes vagos y bribones

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Pedro Sarmiento es un bueno para nada, un vago sin oficio ni beneficio, con poca vergí¼enza y sin ganas de trabajar. En El Periquillo Sarniento, de José Joaquín Fernández de Lizardi (1776-1827), da vida en su novela a un hidalgo venido a menos, cuyas malas compañías y poca razón lo hunden en el vicio y la miseria. De manera constante la fortuna lo favorece, pero su espíritu libertino lo lleva otra vez a caer en la indigencia.
El Periquillo Sarniento es considerada la primera novela con calidad literaria publicada en Nueva España y toda Hispanoamérica. Fernández de Lizardi fue uno de los autores que en su obra expuso algunas de las ideas que sentaron las bases del pensamiento liberal mexicano del siglo XIX, incluidas en las constituciones de 1857 y 1917.
La obra fue publicada por entregas y de la misma salieron a luz tres tomos en 1816. Un cuarto tomo no logró salir por las críticas que contenía sobre la esclavitud y la discriminación hacia los negros. Su autor, “El Pensador Mexicano”, se inspiró en la realidad novohispana. Supo describir de manera fiel la vida, costumbres y la manera de hablar de la gente del pueblo.

El Periquillo liberal
Fernández de Lizardi defiende, primero, en el periódico El Pensador Mexicano y posteriormente en El Periquillo Sarniento, sus convicciones liberales. Principios como la igualdad de indios, criollos, negros, miembros de las castas y españoles; la libertad religiosa, el acceso a la educación y la crítica a los privilegios, están plasmados en su obra.
En el periódico la exposición de los principios que defiende es clara y más directa que en la novela. En ésta utiliza el disfraz, el estilo indirecto, además de conducir a sus personajes a situaciones extremas. El cambio de táctica tiene su causa en los momentos políticos que vivía la Nueva España.
En 1808, Fernando VII fue obligado por Napoleón Bonaparte a renunciar al trono español, para poner en su lugar a su hermano José Bonaparte. Durante la ausencia del rey borbón, las cortes españolas, enemigas de la ocupación francesa, promulgaron el 19 de marzo de 1812, la constitución de Cádiz, válida también para las colonias americanas. Ésta favorecía las libertades de imprenta, prensa, además de suprimir la Santa Inquisición.
La promulgación de la libertad de prensa fue aprovechada por Fernández de Lizardi para exponer sus ideas en El Pensador Mexicano –nombre que después utilizó como seudónimo–, pero ésta es revocada en Nueva España. Antes del año, el autor fue recluido en la cárcel, donde siguió publicando su periódico hasta abril de 1814.
Seis años después de la ocupación de España por el ejército francés, Fernando VII volvió a ocupar el trono. Entonces restableció la monarquía absoluta, la Santa Inquisición y suprimió la constitución de Cádiz. El endurecimiento de la censura hizo más cauto a Fernández de Lizardi. Decide abandonar el periodismo y enfocarse a escribir novela, en la que encuentra un espacio para expresarse. Estas precauciones no evitan que sea censurada la última parte de El Periquillo Sarniento.
En 1820, la situación cambia en España: la revolución encabezada por Rafael Riego y Antonio de Quiroga, orillaron a Fernando VII a aplicar de nuevo la constitución de Cádiz, situación que aprovechó Fernández de Lizardi para retomar el periodismo.

Furia clerical
En febrero de 1822, ya en el México independiente, “El Pensador Mexicano” publicó su Defensa de los fracmasones, obra en la que refuta una bula papal. Lizardi estaba convencido de que iglesia y Estado se desenvolvían en ámbitos diferentes. Por lo tanto, el papa no debía opinar sobre asuntos políticos y civiles. La iglesia contraatacó con la excomunión. La Junta Eclesiástica de Censores calificó el texto de sospechoso de herejía y erróneo. Lizardi obtuvo el perdón de la iglesia en 1824.
La furia clerical y el aparente arrepentimiento de “El Pensador Mexicano” no restaron méritos a El Periquillo Sarniento. Muchos de los personajes y las situaciones que viven, son muy actuales. El lector no logra dejar de relacionarlos con su presente. Incluso puede llegar a identificarse con ellos o encontrarles similitudes con algunos conocidos.
La novela de “El Pensador Mexicano” es un espejo donde podemos vernos a más de 190 años de distancia. Este análisis comparativo deja en algunos lectores modernos cierto sabor a decepción. Las políticas liberales no han podido erradicar la corrupción, la pobreza continúa galopante, muchos privilegios permanecen. El liberalismo huele a fracaso.

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