Entre querubines cazadores y flechas

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El erotismo, lo espiritual, lo pagano y cristiano están presentes en la obra de Santa Teresa de Ávila como recursos para referirse al matrimonio que incluye la relación carnal entre esposos, afirmó Carmina Alejandra García Serrano, académica del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, quien impartió la conferencia “La concepción del amor a Dios en Santa Teresa”, en el  primer Congreso Internacional “El hábito de las letras: monjas escritoras a lo largo de la historia”.

Teresa de Jesús fue una monja, escritora y mística española (1515-1582), autora de Las relaciones espirituales, Libro de la vida y Las moradas del castillo interior, cerca de quinientas cartas, además de poemas. En 1622 fue canonizada por el Papa Gregorio XV y —en 1970— fue proclamada doctora de la Iglesia, título que se da para reconocer a algunos santos como eminentes maestros de la fe católica.

La idea de que una monja contraía matrimonio con Dios era aceptada por la Iglesia católica y difundida en las comunidades religiosas, pero ella se lo tomó literalmente y entendió la relación de una monja con Dios como el de dos esposos en la que cabe el erotismo. La manera como lo expresa está influenciada por el Cantar de los cantares, libro de la Biblia que trata de dos amantes que se buscan y declaran su amor de una forma poética. La mística consideró al texto como base. Esta relación es espiritual, pero también participa el cuerpo, pues siente, sufre y goza.

La sexualidad como necesidad
Teresa de Jesús en sus expresiones literarias utiliza muchos recursos capaces de sensibilizar a sus lectores. Se puede leer cualquiera de sus poesías, por ejemplo, y pueden ser sentidas, lo que no logran todos los escritores; “además podemos identificarnos con ella”, agregó el psicólogo Juan Jesús Rodríguez Ramírez, quien realiza investigaciones sobre temas de género en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y quien impartió la conferencia “Teresa de Ávila, la amante detrás de la santa”.

Explicó que la sexualidad no solamente abarca el coito y el encuentro carnal, “también es una conexión con nuestras creencias, con la divinidad y más allá de eso con nuestro ser, de ahí que tenga una faceta espiritual, es decir la exaltación de lo que somos”.

La sexualidad es una necesidad básica, es como el comer y el dormir, si no es satisfecha o canalizada adecuadamente puede generar efectos negativos como conductas agresivas o deterioro de la salud. Para ella como monja no era posible tener una experiencia carnal, entonces expresó su sexualidad en su obra.

Rodríguez Ramírez explicó que Santa Teresa pudo haber sufrido problemas emocionales o sentimentales y depresión profunda. Esto puede provocar en una persona un estado de vulnerabilidad, en que puede enfermarse física y mentalmente porque no hay un equilibrio. “Una necesidad que no ha quedado satisfecha puede generar en la mente angustia y para sobrevivir la persona tiene necesidad de crear algo que la ancle en la vida”.

Santa Teresa de Ávila: erotismo místico
García Serrano dio ejemplos de cómo Santa Teresa representa lo erótico en relación con lo mitológico y cristiano en su obra. En el capítulo XXIX de el Libro de la vida, la escritora y santa española describe una de sus visiones en la que vio a un querubín pequeño y hermoso con un dardo de oro largo que parecía tener fuego (un signo fálico) en sus manos. A esta figura la académica la relaciona con Eros, el dios generador del amor entre los hombres por medio de la flecha, pero en el caso de la santa española le provoca el amor a Dios, después de meterse la flecha a su corazón (es decir penetrada). “Ella expone con metáforas lo que podría decirse muy crudamente en términos de sexualidad”.

En el poema “Sobre aquellas palabras”, echa mano de recursos similares, ya que habla de la figura del “dulce cazador”, que bien podría estar inspirada en Eros o en Apolo, deidad que era representada como un hábil flechador o con los faunos que perseguían a las musas. Este personaje la tira y deja rendida en los brazos del amor después de herirla con “una flecha… luego escribe: Y mi alma quedó hecha una con su creador”.

Las figuras mitológicas que santa Teresa insinúa pueden estar influenciadas por las ideas renacentistas introducidas en España que emulaban la mitología grecolatina.

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