La Revista Universidad de Guadalajara entra en una etapa de reestructuración, con el afán de convertirla en un mejor foro de y para los universitarios, de tal suerte que el formato con el que existía desde hace 80 años ha quedado en pausa.
Armando Zacarías, quien estuvo a cargo de la publicación en su última etapa, informó que de momento el futuro que le depara a la revista es dejar la investigación académica y científica a un lado, para convertirse en un foro que difunda y promocione las artes, al estilo de Luvina, publicación que ha logrado mantener su vigencia entre los lectores.
El también titular del Departamento de Estudios en Comunicación Social, del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, dio a conocer que la revista trimestral logró que diversas disciplinas convivieran en un mismo número, con un estilo que si bien no estaba dirigido a un pequeño grupo de lectores especializados, sí exigía un cierto nivel de conocimientos.
“Era una revista de divulgación en la que participaban profesores de la Universidad. Por lo general, académicos y científicos escriben para sus pares. Cuando lo hacen, son lecturas extraordinariamente complicadas, incomprensibles para quien no está familiarizado con el trabajo disciplinar. Nosotros logramos que la comunidad universitaria entendiera que se trataba de una revista de divulgación, escrita en esos términos. No eran artículos densos. Por el contrario, de fácil acceso”.
La publicación, explica uno de sus directores más longevos, se convirtió en un espacio de convergencia multidisciplinar. De vez en cuando uno podía leer entre sus páginas artículos que giraban en torno a un mismo tema, pero tratado desde distintas áreas.
“Constituyó un medio de vinculación entre los diversos sectores universitarios de investigación. Al mismo tiempo fue una ventana de acceso para públicos diferentes al universitario, que pudieron contar con una perspectiva relativamente fresca respecto a lo que se producía dentro de la Universidad”.
La Revista Universidad de Guadalajara estuvo abierta a la labor de otros investigadores. Además de ser un foro para los académicos de la UdeG, escribían profesores de universidades, tanto nacionales como extranjeras.
El tiraje de mil ejemplares con el que contaba empezó a ser insuficiente para esta casa de estudios, apuntó Zacarías, aunque uno de sus principales problemas fue la distribución en librerías y puestos de periódicos.
“Esto planteó la necesidad de aumentar la circulación de la revista, y ahí se tenía que hacer un análisis bastante complejo, porque tratar de colocar la revista en el esquema de circulación y producción comercial genera grandes dificultades.
“Una revista de este tipo debe ser subvencionada para ofrecer un servicio de extensión a la comunidad; no puede partir de un esquema de comercialización pensando que de la venta de ejemplares saldrá el presupuesto para autoproducirse”.
