En memoria de un gran universitario

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“El artesano de la enseñanza”, como él mismo se calificara, Manuel Rodríguez Lapuente (1927-2003), Maestro Emérito y Doctor Honoris Causa post mortem por parte de la Universidad de Guadalajara, fue recordado el día 21 de junio por su esposa, María Uribe viuda de Rodríguez, dos de sus hijas, Catalina y Rosalía, además de amigos, ex compañeros, funcionarios, y colegas, a diez años de su muerte.

“El mejor homenaje que la Universidad de Guadalajara puede hacerle es la multiplicación de los posgrados y contar con profesores de su talla”, dijo el Rector general de la Universidad de Guadalajara, maestro Itzcóatl Tonatiuh Bravo Padilla, durante la celebración que tuvo lugar en el Auditrorio Silvano Barba, del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH).

El Rector mencionó que fue Rodríguez Lapuente “quien, en 1976, fundó el Instituto de Estudios Sociales de nuestra Universidad, y dos años después, en 1978, estableció el primer programa de posgrados en Ciencias Sociales”.

Aunque han transcurrido diez años de su desaparición física, agregó, es innegable el aporte que entregó a la UdeG, sobre todo como un “constructor de la vida democrática del país, de tal suerte que en el año 2006 se creó en nuestra Casa de Estudios la cátedra que lleva su nombre, para honrar la memoria del gran universitario, pretendiendo promover la reflexión y el diálogo sobre aspectos relevantes en el área de las ciencias sociales en nuestro país y en el mundo”.

El rector del CUCSH, Héctor Raúl Solís Gadea, señaló en su intervención que recordarlo es una “obligación”, así como mantener su memoria y los valores por los que luchó toda la vida este hombre polifacético.

“Tenemos que ir más allá de lo anecdotario; me refiero a su legado intelectual y como historiador y filósofo del derecho, forjador de una generación de investigadores sociales, y por el puente que tendió entre la academia y la política”.

El diputado local y ex rector de la Universidad de Guadalajara, José Trinidad Padilla López, evocó muchas de las anécdotas que él vivió como alumno suyo, y recordó su pensamiento crítico, lúcido y amistoso.

“Deja un hueco importante en la institución, por ser siempre un animador importante de las ideas; además de que era un extraordinario orador, y literalmente nunca le tenía miedo a nada”.

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