El trazo rebelde de Orozco

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Dar una perspectiva privilegiada sobre el proceso creativo de José Clemente Orozco a través de una variedad de dibujos preparatorios, es la intención con la que se estableció la exposición “Bocetos para los frescos del Paraninfo”, de manera permanente, en el vestíbulo del Museo de las Artes (Musa) de la Universidad de Guadalajara.

La idea contenida en la línea del muralista mexicano es un preámbulo de los frescos que realizó a sus cincuenta y dos años: El pueblo y sus falsos líderes y El hombre pentafásico, en el estrado y la cúpula, respectivamente, del Paraninfo Enrique Díaz de León.

El camino preparatorio que el artista plástico zapotlense recorrió para plasmar la condición del hombre en el siglo XX revela, de acuerdo con Laura Ayala Castellanos, coordinadora de Exposiciones y Servicios Educativos del Musa, su conocimiento anatómico y la resolución de la problemática de óptica que adoptó, implícita al intervenir una superficie cóncava.

“Su revelación más fascinante está relacionada con la primera apariencia que tuvieron los personajes que hoy conocemos como El hombre pentafásico, que piensa, interroga, indaga y entusiasma. El maestro que guía e instruye pero que se esfuerza en su trabajo, el rebelde que, ahorcado por sus limitaciones, se precipita al vacío, los miserables que sufren sin esperanza, la masa enardecida que clama sus consignas y los falsos líderes que con armas y teorías defienden su posición de dominio”, dijo Ayala Castellanos en la inauguración de la exposición, el pasado 28 de febrero.

Detalles, trazos y líneas, aún sin color, instruyen al espectador sobre lo que Orozco definió en vida como “mala pintura”: “No debe ser un comentario sino el hecho mismo; no un reflejo, sino la luz misma; no una interpretación, sino la misma cosa por interpretar”.

Los bocetos muestran elementos no vistos que, ya pintados, decidió eliminar en su obra final.

“Tenemos algunos seres voladores que originalmente quería plasmar en la cúpula, pero de esta idea sólo queda el rebelde que va cayendo; vemos un maestro que abraza a unos pequeños alumnos, que después desaparecieron, porque iban a ser jóvenes universitarios. Así como un científico que acabó siendo el hombre pentafásico“, explicó Ayala sobre la evolución de las ideas del artista.

Roberto Rébora, pintor contemporáneo, escribió en José Clemente Orozco. Pintura y verdad (2010), sobre su trabajo preparatorio: “Todo en José Clemente Orozco es trazo. En su pintura al fresco encontramos al ‘dibujante-pintor’ por excelencia. Su dibujo es el germen y la raíz del poder expresivo orozquiano”.

Su trazo —describe Rébora—, es una expresión cargada de emoción y pensamiento crítico, “es portador del sentido que anima su intención y carácter descriptivo. No hay distinción en su gesto: indistintamente lápiz, carboncillo, pluma o pincel rayan por igual líneas definitivas”.

De la colección compuesta de veintiún piezas que conserva el Instituto Cultural Cabañas, en el Musa se exponen dieciséis facsimilares y una ampliación en papel de la figura del “obrero”, que forma parte de El pueblo y sus falsos líderes.

Ayala Castellanos invita a que el espectador descubra en los ejes y la división precisa de sus dibujos la base de la monumental obra El hombre creador y rebelde en el Paraninfo. Mural que otros autores comparan con la anatomía de Rembrandt o los caídos al infierno en el Juicio final de Miguel Ángel, y a las composiciones de Siqueiros de figuras cayendo al espacio.

Los trazos en papel elegidos cuidadosamente por Ayala Castellanos, dan la secuencia y crean un lenguaje propio, acompañado de un audiovisual de la obra completa del artista.

Para complementar la exposición se incluye una línea del tiempo de la vida pictórica de Orozco, en la que se destacan murales que realizó en Estados Unidos, Prometeo para el Pomona College de Claremont (1930), en California, los frescos para la New School for Social Research de Nueva York (1930-1931) y el conjunto de murales para la Baker Library del Dartmouth College de Hanover, en Nuevo Hampshire (1932-1934).

La definición poética de su línea recta, según Rébora, detalla el pensamiento arquitectónico de Orozco.

“No afila por lo común en demasía su instrumento cuando de un lápiz dispone; el maestro dibuja directo y sin rodeos, descubre formas y arquetipos y hurga sólo cuando explora soluciones aún no definidas. Y sin embargo existen en él fuerzas ocultas al trazar, en ocasiones de tal poder que parece un primitivo en la caverna de los impulsos esenciales”, dice Rébora.

La exposición describe técnicamente, para conocedores y admiradores de la obra del jalisciense, la profundidad metafórica e ideológica que marcó un movimiento muralista junto a sus colegas David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera y Rufino Tamayo.

“En Orozco cohabita una fuerza descriptiva en íntima relación con la geometría y el dibujo técnico; sus dibujos están siempre enmarcados por ejes que dividen el espacio en equilibrio de fuerzas. Decenas de bocetos concebidos como simples hojas de estudio alcanzan jerarquía de obra en sí mismas”, concluye Rébora.

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