El ruido y la furia

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La discografía de Boris es extensa y repleta de sonidos que causan un efecto estremecedor desde la primera escucha. El grupo japonés ha conseguido saltar barreras desde finales de la década de los noventa, para situarse entre las propuestas más atractivas y poco convencionales dentro del rock experimental.

Inspirado en agrupaciones como The Mel-vins (Boris toma su nombre de la canción incluida en el disco Bullhead), el trío conformado por Atsuo, Takeshi y Wata, es reconocido por aventurarse en los géneros de corte recio, de potente contenido sonoro, algo que tiene su mejor ejemplo en los álbumes Absolutego, Amplifier Worship, Akuma No Uta, y el imprescindible Pink.

Desde el doom metal, que lo ha llevado a convertirse en una de las bandas de culto en su país, atravesando por el rock psicodélico y el sludge metal, Boris estrena Noise, un disco que condensa esa sacudida musical, pero que, principalmente, abre nuevas posibilidades en su fructífera carrera. 

Noise es una producción que tiene estrecha conexión con su título, no sólo por la composición “ruidosa” en cada uno de sus temas, sino porque es un homenaje a la historia del grupo, a sus convicción y obsesión musical, y a ese signo que lo ha identificado como una banda con profundas raíces experimentales.

“Quicksilver”, “Taiyo No Baka”, “Heavy Rain”, “Ghost of Romance” y “Vanilla” (este último tema el primer sencillo de Noise), otorgan una posición de privilegio para este disco que, sencillamente, se traduce en una de las mejores producciones de Boris en los últimos años.     

Colaboraciones con grupos arriesgados, que no permiten concesiones en su música, entre los que destaca Sunn O))), no dejan lugar a dudas de la búsqueda impetuosa que posee Boris en su trabajo.

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