El retorno de la historieta

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Hubo una generación en México, antes de que la televisión fuese un medio tan popular, que leía y veía asiduamente las historias cómicas, románticas y de aventuras que el papel ofrecía.

Luego, sobrevino la caída, al punto de que la industria de la historieta se sostuvo por el amor al arte de algunos aferrados historietistas o por las revistas gráficas de ficheras. Ahora, desde hace no más de una década —coinciden los narradores gráficos Francisco Haghenbeck y Patricio Betteo— el repunte de una industria que parecía olvidada conquista espacios editoriales con una celeridad sorprendente, que evidencia una renovada cultura y la avidez por la lectura de narrativa gráfica. La presencia cada vez más notoria de editoriales dispuestas a invertir en estos proyectos comienza a construir industria, como ha sucedido con Sexto Piso o Resistencia, o con la importación masiva de franquicias extranjeras, “porque en México hay, pero no es suficiente; sin embargo, contar con un apartado de novela gráfica en librerías ahora es mucho más fácil, ya es un negocio”, afirma Betteo, que como autor de cómic e ilustrador que ha trabajado con distintas editoriales considera muy importante que “los autores se ilusionen con poder vivir de hacer historieta”; elementos que confluyen en el primer Foro Internacional de Narrativa Gráfica que se celebrará el 3 y 4 de diciembre dentro del marco de la Feria Internacional del Libro.

México en el mapa de la historieta
Son múltiples las razones para esta revalorización de una expresión que parecía haber perdido el interés de los lectores. Por un lado, comenta Haghenbeck, “el descubrimiento que una nueva generación está haciendo de las novelas gráficas de otras partes del mundo, como las europeas donde el cómic es todo un arte, en conjunto con el encuentro de una generación, la mía, que crecimos entre los años ochenta y noventa leyendo esta forma de expresión; y por otro lado, el cine —y no sólo las adaptaciones de Marvel o historias de superhéroes— que ha acercado mucho a espectadores que antes no leían novela gráfica”.

Pero no sólo los fanáticos del género han influido en el cambio de percepción sobre la historieta —afirma Betteo— sino que gracias a una nueva forma de concepción editorial que la ha renombrado bajo el título de Novela Gráfica, la ha desprovisto paulatinamente de “etiquetas” tales como “lecturas populacheras para gente que le da flojera leer y motivo de vergüenza”, lo que ha devuelto el respeto por esta expresión híbrida y, por lo tanto, difícil de concebir e insertar en la crítica. Aun así, puntualiza, “es importante comprender que no toda historieta es una novela, ésta tiene elementos estructurales propios, como la extensión y la construcción de historias complejas y personajes; hay también tiras, álbumes, narraciones breves… Pero si nombrar así a la historieta es lo que se ha necesitado para acercar públicos, adelante”.

Un camino en el que las tradiciones japonesa, francesa, estadounidense y argentina nos llevan ventaja. Simplemente en Argentina, la crítica de Germán Oesterheld al militarismo de estado —uno más en la triste lista de desaparecidos de la dictadura— y la variedad de géneros han propiciado que la historieta represente, al mismo nivel que obras literarias consolidadas, un referente político-social obligado. Sin embargo, la presencia de este foro en la feria del libro más grande de Latinoamérica, no es casual, pues inserta a México en una discusión e intercambio de los que hasta ahora había permanecido al margen, al lado de industrias consolidadas en el continente como la canadiense, la estadounidense, la argentina y la brasileña. Industrias que, según Haghenbeck, “llevan más de 50 años de trayectoria y que han pasado por lo que nosotros apenas vamos a vivir, así que podemos aprenderles mucho, lo mismo que ellos pueden mirar lo que nuestra nueva industria está aportando a las ya establecidas”. Además, las formas de contar historias y las perspectivas locales propiciarán, en opinión de Betteo, “más que hacer confabulaciones ente los autores, acercar el público al tema, despertar la curiosidad y hacer ruido”.

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