El reto del nuevo pontificado

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    Juan Pablo II fue un estratega de la diplomacia internacional, líder de Estado, además de jerarca religioso. Basta recordar que fue el primer papa que se dedicó a peregrinar por el mundo. Su trayectoria es reconocida por distintos sectores políticos y religiosos a escala internacional.
    No obstante, sin importar la figura eclesiástica que lo sustituya, el nuevo papa requerirá de suma inteligencia y reflexión para hacer frente a los escenarios que se avecinan.
    En el ámbito político, el panorama mundial para la iglesia católica tendrá un cariz poco amigable. La “guerra irregular moderna” cobra mayor fuerza cada día: el terrorismo ya no es un fenómeno aislado, sino que forma parte del nuevo mosaico de expresiones políticas utilizadas para presionar a los regímenes del mundo.
    Juan Pablo II sentó precedente al acercarse a grupos conflictivos que operan en Europa y Asia. Uno de ellos, Hizbulá, emitió de improviso un comunicado de prensa para dar el pésame al Vaticano, al que se suman las condolencias de los líderes políticos y sus homólogos de diversas religiones.
    Otros temas cruciales para la iglesia católica serán su postura en cuanto a la regulación científica de la natalidad, la sexualidad y la figura de la mujer en la iglesia, además de poner sobre la mesa el debate en torno a los efectos sociales de las distintas corrientes de pensamiento que proliferan en su interior.
    Como algunos teólogos opinan, quizá “la religión tiene que salir de una moral empírica de acuerdo con la realidad, a una moral científica que tenga en cuenta la experiencia seglar y no las recetas de un clero célibe fuera del mundo”.
    La iglesia tratará de mantener su dinamismo en el mundo, ya que una de las características de Juan Pablo II fue su diplomacia. Entre las reuniones que marcaron la postura del Vaticano en la política internacional, está el encuentro de Karol Wojtila con Ronald Reagan en 1982, año en que inició la reforma de la curia vaticana. En 1985 se reunió con el presidente de la URSS, Andrei Gromyko, y en 1989 con Mijail Gorvachov, cuando aprovechó la oportunidad para nombrar un representante de Roma en la antigua Unión Soviética. En 1992 el Vaticano reconoce a los países surgidos de la desintegración de la URSS. Un año antes el papa había enviado una carta a George Bush y Sadam Hussein para evitar la Guerra del golfo Pérsico.
    Ante este panorama, el sucesor de Wojtila se enfrentará a una tarea titánica. El devenir económico, político, social y cultural del mundo estará influido por las posturas del nuevo jerarca, las cuales repercutirán en las políticas que apliquen los países a los segmentos vulnerables de la sociedad, entre ellos los jóvenes, víctimas de los desenlaces económicos y políticos de todas las naciones.

    Carlos Corona,
    presidente de la FEU.
    íngeles Arredondo,
    comunicación social.

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