El resultado de los encuentros

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El público deja el sillón de la sala para subir al escenario donde le espera Guadalajara, su ciudad. Una vez arriba, se encuentra con una maqueta hecha para caminarse en compañía de dos guías. El espacio se organiza en cuadrantes que incluyen alzados de papel que reproducen edificios icónicos de esta ciudad desmesurada, caótica, claramente dividida. La ciudad que cada uno de nosotros imaginamos, se dibuja de forma particular de acuerdo con los trazos que pintan nuestras rutas fundamentales. Los sitios que componen nuestra rutina forman una serie de puntos que unimos en nuestro accidentado tránsito cotidiano, cuyo resultado da vida a la imagen de nuestra urbe. Para nosotros, el resto de la ciudad, aquello que no se atraviesa entre los puntos que día a día visitamos, sus calles, sus edificios y habitantes, sencillamente no existe, aquella no es Guadalajara.  Así son los Encuentros secretos, experiencia escénica creada por Aristeo Mora, que resultó ganadora de la Muestra Estatal de Teatro 2014 celebrada del 4 al 12 de octubre en diversos foros de la cuidad.

En el ámbito teatral actual abundan apuestas que se autodescriben como el resultado de sesudos trabajos de investigación, de arriesgados procesos de experimentación o incluso de laboratorios de creación que se antojan temerarios; con esas advertencias en los programas de mano, se tiene la misma sensación de cuando se lee la presentación de una obra plástica contemporánea: “esto será un timo” y sí, suele serlo. Sin embargo, Encuentros secretos demuestra el poder que posee un trabajo serio, uno que se preocupa por la creación de sentido y que, además, fortalece el vínculo comunicacional con la audiencia a partir del diálogo con aquello que nos es común, y que para bien y para mal, es profundamente nuestro: la ciudad.

El actor Miguel Sepúlveda, junto a Mora, acompañan el recorrido de los asistentes con una crónica onírica de un habitante que se desdobla, para que entre las calles de este mapa desmesurado vivan el encuentro y los desencuentros con ese otro, que es él mismo. 
El equipo lo completan el urbanista Fernando Mora y la historiadora Paloma Camarena, quienes orientaron el proceso de investigación de esta pieza, la dramaturgia es de María Cecilia Guelfi, la escenografía de Luis Montoya, el espacio sonoro y audioguías son de Kenjikishi mientras que los audiovisuales los realizó Roberto Cárdenas. Ana Mora, la productora, también se llevó el premio en su categoría.

El jurado de esta edición de la Muestra estuvo formado por los dramaturgos y creadores escénicos Édgar Chías y Martín López Brie, así como por la especialista y promotora Alejandra Serrano, quienes además de dar el primer puesto a Encuentros secretos dictaminaron el segundo puesto para Nekrópolis, de Roberto Álvim, obra que además recibió los premios a la mejor dirección para Beto Ruiz y mejor iluminación a Chistian Zatarain. El tercer sitio fue para El camino de los pasos peligrosos, de Michel Marc Bouchard cuyos actores también recibieron el premio compartido como mejor actor: Andrés David, Mauricio Cedeño y Gabriel Álvarez.

El cuento El rigor de la ciencia, de Borges, retrata la obsesión cartográfica de un imperio que buscaba reproducir con tal perfección el mapa de su ciudad, que tuvo que construir una ciudad espejo. La documentación de esta Muestra permite dibujar una parte significativa del mapa de nuestro teatro, un cuadrante esperanzador y abierto que construimos juntos, caminando.

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