El precio del agua

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Un ranchero en Jalostotitlán daba agua a sus vacas, una tarde en tiempo de estiaje. El líquido no parecía muy cristalino. José Antonio Gómez Reyna, investigador de la Universidad de Guadalajara, quien realizaba uno de sus recorridos en trabajo de campo, le preguntó de dónde suministraba a los animales, pues no había agua ni en ríos, ni en pozos. El ganadero explicó que lo hacía de una planta de tratamiento cercana.

“Oiga, pero la planta no está trabajando”, dijo Gómez Reyna. Y el ganadero respondió: “Pues así. Sin tratarla. Nomás dejamos que se asiente tantito, la echamos a la pipa y la llevamos para que tome el ganado”.

Al relatar esta anécdota, Gómez Reyna agregó: “Ahí se está generando todo un círculo de salud pública. Y demuestra que no hay el abastecimiento adecuado. Es la situación que impera en los municipios de los Altos de Jalisco. Y se va a ver aún más impactado cuando se haga el acueducto para llevar líquido de la Presa de El Zapotillo a la ciudad de León. Es una aberración que ha causado malestar en toda la región, ya que incluso están tirando los tubos en los caminos que van a Guanajuato. Es un problema social en el que la poca agua que queda va a tener un precio. No hay partida presupuestal de cómo se va a operar y todo va a la privatización del agua”.

Ese capítulo y esa reflexión resumen lo que sucede en una de las regiones más críticas en materia hídrica: no hay agua, ni superficial ni subterránea. Y con la Presa del Zapotillo, en Temacapulín, se llevarán la poca agua a Guanajuato.

“Las autoridades no han realizado el plan de ordenamiento hídrico que debe de realizarse en estos casos. Este tipo de acciones tienen como objetivos ordenar el territorio, así como caracterizar, cuantificar y optimizar la demanda del agua. Y no lo han hecho. Todo está basado en estudios muy viejos. Es cómo si quisieran operar a alguien con un diagnóstico de hace 25 años. Es absurdo”, agrega Miguel Magaña Vírgen, jefe del Departamento de Ciencias ambientales del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA).

 

Llegaron los tubos
En plenas vacaciones invernales una desagradable sorpresa sorprendió a los habitantes de Temacapulín. Aparecieron tubos de acero, de 15 metros de largo de la empresa española Abengoa, que ganó la licitación para el acueducto que llevaría el líquido a tierras leonesas. El enojo no se hizo esperar entre los habitantes que tienen doce años luchando contra la obra y que han ganado amparos para evitarla. Reclamaron a Jaime Gustavo Casillas Vázquez, alcalde de Cañadas —municipio al que pertenece Temacapulín— porque permitió la entrada de los tubos. “Pero dijo que no podía hacer nada, fue tibio”, relató el asesor legal de los vecinos, Guadalupe Espinoza Sauceda.

Todo, a pesar de que siguen varios amparos por resolverse en contra del acueducto, señaló Espinoza Sauceda. A esto, le siguió el rompimiento de Temacapulín con la UNOPS, que realiza estudios para determinar la viabilidad de la presa. Los defensores del poblado que sería inundado afirman que el organismo internacional es cómplice para legitimar la obra.

“Vemos que ya están movilizándose los de León para hacer el acueducto. Es terrible porque demuestra que siguen tercos de hacer la presa y llevarse agua a Guanajuato, donde ya tienen agua del Río Lerma y le van a dar el Río Verde, que es de Jalisco. Nos sentimos defraudados, hay estudios de la UdeG y del ITESO y de la UNAM”, afirmó Abigail Agredano, presidenta del Comité Salvemos Temaca.

La vida, dice Abigail, ha cambiado en Temacapulín desde 2006, fecha desde la cual han muerto 38 personas en el poblado: “La incertidumbre ha hecho muy duro todo. La gente tiene miedo a invertir, tenemos fe que vamos a ganar pero la duda existe en la demás población. Es muy triste que no podamos llevar la vida como uno quiere”.

Oídos sordos
En los Altos de Jalisco la disponibilidad de agua superficial y subterránea es escasa. Los acuíferos están sobreexplotados y hay contaminación por químicos o insecticidas de la industria agrícola, además de que no hay suficientes plantas potabilizadoras, y las que hay no funcionan por falta de recursos en los ayuntamientos.

“Con los estudios que existían desde 1951 respecto a los aforos, se hablaba que no podía haber cortina de más de 60 metros, por eso pensar en estudios para actualizarlo es una aberración. Se ha generado mayor demanda, se ha acelerado el proceso agropecuario de la región. Y las precipitaciones ya no son iguales y el escurrimiento también será cada vez menor”, añadió Gómez Reyna.

Miguel Magaña Virgen recordó que ante la inconformidad social y la situación crítica, en el Observatorio Ciudadano del Agua —cuya secretaría técnica recae en la UdeG— se recomendó realizar un plan de ordenamiento hídrico con enfoque integral, que otorgue sustentabilidad a la región, altamente productiva en alimentos de orígen animal y  agrícolas. Sin embargo, la UNOPS no está realizándolo tampoco, sólo se limita a presentar un balance hídrico, que es apenas una parte de lo que realmente se necesita.

“Esto ya se ha hecho en otras cuencas. En el Observatorio Ciudadano hemos emitido 83 recomendaciones, no sólo para los Altos, también para la región Lagunas y Cajititlán. Pero las autoridades estatales no han acatado ninguna”, lamenta Magaña Virgen.

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