El poder de la imaginación

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Jorge Bucay está convencido de que un escritor pone al servicio de sus lectores todo lo que sabe o un pedacito de sus conocimientos: “Utiliza su percepción, imaginación, arte, creación y proyección, y no deja de teñir lo que dice con lo que es, es decir escribe sobre sí mismo”.

El psicólogo, terapeuta gestáltico y escritor argentino, autor de Cartas para Claudia (1989), Cuentos para pensar (1997) y El camino de la felicidad (2002), combina la creación literaria con sus conocimientos para ofrecer a sus lectores textos donde prevalecen las preguntas sin respuesta, con el propósito de que encuentren sus propios caminos.

Es común que Bucay escriba cuentos, como resultado de la influencia cultural que en él tuvo su familia. “Dos de mis abuelos eran árabes y los otros dos judíos, de ellos se deriva mi gusto por los cuentos orientales. Muchos de mis libros son espejo y reflejo de lo que yo aprendí: ejemplificar con historias lo que sucede en la vida real. Entre el mundo imaginario de la literatura y el real de la psicología está la adaptación de las historias a la realidad de cada uno”.

Él sugiere a sus lectores que intenten ver las cosas desde el lugar en que las ve, pero, aclara: “No pretendo que piensen como yo, sino como ellos mismos. Recuerdo que cuando era adolescente, tenía como dieciséis años, un día mi padre me dijo: ‘Tú siempre me preguntas qué hacer, y al final haces lo que quieres’, y yo le contesté: ‘Pregunto para saber lo que quiero’; esa es la función del maestro que hace lo que cree conveniente para que el alumno tome sus propias decisiones, sobre todo si es respetuoso de la fuerza natural de cada persona, como soy yo”.

Para Bucay la literatura tiene un rol irremplazable en el desarrollo de la imaginación, ya que “de la mano de un novelista o cuentista o de un personaje, los lectores pueden entrar al mundo imaginario, pueden recorrerlo e investigarlo. Leer es como viajar sin tener que pagar los precios que ello implica”.

En el caso específico del escritor, la imaginación y creatividad se relacionan de manera diferente en cada autor. “Hay colegas que se sientan a escribir y esperan a que la inspiración llegue y la escritura fluya en ellos. Lamentablemente no tengo ese don. Soy alguien que antes tiene que pensar. Cuando las ideas están armadas en mi cabeza las plasmo en papel”.

Para Bucay, la imaginación es un motor que impulsa a la persona a actuar, una puerta de entrada a un mundo infinito donde los límites no existen y las personas pueden crear, construir, hacer, deshacer y avanzar lo que quiera. El trabajo imaginario es generador de cierta energía que conduce a la persona a planificar, proyectar y generar ideas, así como proyectos. Éstos son productos de los deseos, y aquél de las fantasías, que están relacionadas con la ilusión. Si alguien no pudiera imaginar, tampoco podría fantasear, o tener deseos, y por lo tanto no haría nada en la vida, ni si quiera en pos de su felicidad.

“Para el escritor el imaginario va acompañado algunas veces de la realidad, para no quedarse muy lejos; en otras ocasiones, la realidad se vuelve cambiante como producto del imaginario. Hay una marcada interrelación, en el mejor de los casos, entre lo que la gente piensa, siente, cree, imagina y dice. Sería muy malo que estuvieran todos estos conceptos divorciados y que nada de lo que se imagina sea capaz de transformar la realidad”.

Bucay impartirá la charla “Camino a la felicidad”, en el Teatro Diana, el jueves 9 de marzo de 2017, a las 20:30 horas.

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