El pecado de ser mujer

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    La discriminación de género en México, una asignatura pendiente.
    La industria maquiladora se lleva el primer lugar. El 80 por ciento de su personal es femenino y percibe salarios de 250 pesos semanales. La dignidad y derechos de estas mujeres son constantemente atropellados. Se les exige certificado de ingravidez para que tengan acceso al trabajo, y posteriormente las revisan en cada periodo menstrual. En las maquiladoras de los estados del norte, unas 900 mujeres al año son despedidas por embarazo. En Tamaulipas hay 74 mil personas que sufren la crueldad de sus empleadores. Por ejemplo, no las dejan tomar agua para evitar que vayan al baño, pues si no cumplen su cuota de producción, las despiden.
    La inercia en este sentido es grave. Según un documento emitido por Cimac (Comunicación e información de la mujer), el director de la Asociación de Maquiladoras de Mesa de Otay, José Pacheco (que concentra la mayoría de las maquiladoras de Tijuana), reconoció que exigen la prueba de embarazo, y sólo se limitó a afirmar que esa práctica está permitida a las empresas por el marco legal correspondiente.
    No sé a qué marco legal se refiere, pues la Ley federal del trabajo ampara la igualdad para todos los trabajadores, independientemente del género al que pertenezcan, y prohíbe cualquier tipo de discriminación a los mexicanos que buscan empleo.
    Sin embargo, hace falta apretar las tuercas, pues la misma Ley federal del trabajo, en su artículo 133, no es tan contundente al defender los derechos de las mujeres. Apenas el 17 de abril de 2007 fue presentada la iniciativa de ley que reforma este artículo, que a la letra dice: “Queda prohibido para los patrones: I. Negarse a aceptar trabajadores por razón de edad o de su sexo; estado civil, embarazo o responsabilidades familiares y, en general, aduciendo cualquier distinción discriminatoria; XII. Exigir o solicitar directa o indirectamente a las mujeres que soliciten un empleo, la presentación del certificado médico de ingravidez o cualquier prueba de no embarazo; y XIII. Despedir o coaccionar a una trabajadora para que renuncie a su empleo por su estado de gravidez”.
    Mujeres, tenemos mucho que hacer para conseguir el pleno respeto a nuestros derechos. Hagámoslo ahora, y forjemos un mejor futuro para nuestras hijas y nietas.

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